lunes, 14 de enero de 2013

EL TANGO CAMBALACHE

Con cuanta inteligencia el autor de este tango famoso afirma que el mundo fue una porquería lo mismo en el 510 o en el 2000; porque es increíble cómo se constata en la realidad y hay para reír como para llorar.
Nos cuentan que en Oruro, la alcaldesa creyó de su obligación el firmar una resolución que estableciese el recorrido del carnaval ya próximo y así lo hizo; pero no contaba con la "astucia" de los dirigentes de la asociación de conjuntos folclóricos que, dizque, ellos hacen la fiesta, y porque supuestamente no les consultaron se oponen a la resolución firmada. Solución: que ellos también firmen el instrumento ese y, en cuanto a la fijación del recorrido, el mismo. Aunque hay demasiada estulticia no deja de arrancar una carcajada o una sonrisa, al menos.
También nos cuentan que en una fiesta de promoción de bachilleres, a finales del año anterior, los concurrentes a la misma, sin poder aguantar el estruendo de los parlantes y el cargoso que hacía de animador, pidieron por nueve veces que se disminuyera el volumen y, aunque así se hacía, no tardaba en volver a lo mismo porque el "DJ" no podía trabajar sin su dosis de depresión cerebral que lo transformaba en una bestia de la tecnología. Total, mejor abandonar la "fiesta" que quedar sordo o idiota.
Claro que la situación es la misma en muchas ciudades del mundo; pero no por eso hay que contentarse con reír o llorar de la estupidez y hay que hacer algo para encontrar solución al tormento en que se ha convertido la civilización y de cuya decadencia nos habló ya Spengler, aunque nadie quiere hacerle caso y seguimos viviendo de la mano de subculturas o de impostores de la "modernidad" que son más anacrónicos que momia bailando el caballo.
Pero; así está el mundo como en un merengue del Cambalache que comentamos.

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