Cuando en la Argentina, más concretamente en Buenos Aires, empezaron a aparecer los celulares se dieron muchas muertes por atropellamiento de peatones que iban con esos teléfonos en la mano; pero lo curioso de la noticia es que más del 60% de los que así perdieron sus vidas, tenían un celular de juguete. Por eso es que da lástima ver a muchos jóvenes hoy "enchufados" a su teléfono, absortos, fuera de la realidad.
Pero cuando recordamos aquel: "Dios ha muerto, su piedad lo ha matado" de Nietzsche, o evocamos al "lobo estepario", ese "outsider" de la sociedad casi, casi contemporánea, o rememoramos al principal protagonista del Fahrenheit de Bradbury que nos anticipó genialmente una sociedad robotizada; llegamos a la conclusión que fueron obras que no tenían casi nada de ficción y se ceñían a la cotidianeidad mucho más que otras que pretenden ser históricas, sociales o realistas. Llevándonos también a las páginas del Quijote, quizá el primer marginado y soñador, o realista, que apareció en la literatura diciéndonos cuán bachilleres Sansón Carrasco somos.
Pero el sentimiento de frustración, de desasosiego, queda ahí; pensando que el cientificismo no tiene trazas de desaparecer y seguiremos guiándonos por los sofismas de la civilización que es una más de las plagas de la humanidad; que significa mucho menos de lo que la propaganda nos dice en avance o desarrollo porque no hay argumentos para rebatir aquello que escribieran los que encabezan este comentario; pues parece que seguirán sumando los que pierdan la cabeza por hablar por un teléfono celular de juguete.
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