Con una sinvergüenzura propia de los que se auparon a la "gloriosa central obrera" una reunión nacional acaba de transformar el sindicato en partido, sin hacer mención a algunas cosas que se debieran definir también.
Una de ellas, el tema de las cuotas sindicales, de cuya recaudación y gasto dispendioso han vivido durante décadas los dirigentes, supuestamente, marxistas y trotskistas que nunca han rendido cuentas de sus gastos, sus negociados y contubernios con los regímenes de turno y donde también hay que contar la parte que de los "gastos reservados" cobraban de acuerdo a "negociaciones" donde el "centralismo democrático" lo escondía todo.
Hay varias generaciones de "dirigentes" de los proletarios, los campesinos o los "maestros" que han vivido y viven todavía de las cuotas sindicales que se descuentan por planilla a quienes estén o no de acuerdo con los "fatos" de sus representantes y, en realidad, es lo único que persiguen porque no sólo que se les ha acabado el discurso sino que nunca ha sido coherente con la realidad nacional y se ha impuesto por el manejo estalinista de estas organizaciones de trabajadores; bastaría señalar, por ejemplo, que pese a compartir las responsabilidades de gobierno, en forma directa o encubierta, la llamada "tesis de Pulacayo" nunca se trató siquiera de hacer realidad porque, en cierto modo, es imposible por su contenido sectario, atrabiliario y tiránico.
Si tuviesen la moral y la inteligencia para crear un otro partido de la politiquería nacional, los cobistas debieran renunciar ipso facto al cobro de cuotas y rendir cuenta de ellas, para así intentar que alguien les siga. Lo demás es pura demagogia e impostura.
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