Siempre habrá una eterna discusión sobre la justicia y el salario; peor todavía cuando nos vemos envueltos dentro de un sistema economicista y de mercado, pues mientras unos postulan que el pago debe ser el mínimo, para no causar efectos negativos en las ganancias de los patrones, otros afirman que es mejor que sean altos para fomentar el consumismo.
Independientemente de esos factores, se ha hecho una costumbre en varios países que mientras los proletarios no quieren que otros ganen más que ellos, los tecnócratas afirman que merecen siempre más; lo que ha llevado las cosas a que los argumentos sean más bien emocionales o, incluso, ventrales sin tener en cuenta que los que se manejan generalmente son sofismas. Dentro del período neoliberal de nuestra economía el engaño sobre la tecnocracia nos llevó a subvencionar salarios escandalosamente altos que, además, se complementaban con lo que algunas gentes recibían de organismos internacionales y agencias de "financiamiento". Ahora, que todos creen que hay que sustituir el patrón avaricioso y especulador por el proletario ídem, los trabajadores se oponen a que los asambleístas y otros funcionarios públicos incrementen sus sueldos y hay tormenta en el horizonte; pero sin tener en cuenta que las más de las veces mientras unos sudan la gota gorda por unos centavos; otros no justifican el salario que reciben por muy miserable o alto que sea.
Total, siempre habrán unos de un lado y otros del otro sin que la justicia tenga que ver con ninguno.
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