sábado, 24 de noviembre de 2012

LOS NIÑOS-REPUESTO

El cientificismo de la actual civilización tiene innumerables problemas morales que muchas veces se tapan para no echar sombras sobre un, dizque, avance nunca conocido; aunque no sea así y cada vez se ponga más en cuestión el asunto.
Por ejemplo, hemos conocido que en los EEUU, una niña de apenas diez años se dio modos para entablar juicio a sus padres por el sistema esclavista a que estaba sometida por la posibilidad de servir como donante a su hermana enferma con leucemia. Y no era que le habían impuesto una dieta vegetariana solamente sino que no se le permitía ir a la escuela y, en realidad, vivía en un encierro total sin el contacto con otras personas. A tal punto llegó la situación que la propia hermana enferma sugirió el juicio y renunció a recibir la probable donación de médula por los perjuicios y daños que estaba ocasionando a la demandante.
¿Cuántos de estos juicios podrían repetirse en el planeta, ahora que se ha hecho casi una moda engendrar niños para atender la necesidad de posibles donaciones de células a sus semejantes? ¿No es una crueldad traerlos al mundo para ese objetivo egoísta? Claro que el cientificismo puede jactarse de haber hecho posible determinados avances que, en realidad, no son tales si nos atenemos a las muchas teorías o, si se quiere, leyendas sobre civilizaciones anteriores que consiguieron esos y otros conocimientos hace cientos o miles de años y que, tal vez, fueron causa también de su decadencia o extinción.
La niña que demandó a sus padres puede ser un ejemplo, no para otros casos similares,  sino para entender que muchas veces la sofistería sobre ciencia y tecnología nos lleva a dejar de lado la moral y la filosofía misma de la vida que, principalmente, aspira a la libertad que no es más que el dominio y soberanía sobre el cuerpo y el espíritu propio.

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