Aunque muchos creen, igual que Unamuno, que el sentido común, es el menos común de los sentidos; no hay duda que se ha impuesto en Cataluña a juzgar por los resultados de sus últimas elecciones y pese a que parece existir una suerte de imitación en eso de convertirse en aldea global.
Y es que no es posible que mientras su busca la verdadera fraternidad, la solidaridad y el interés planetario, persistan corrientes separatistas que se aferran a diferencias que ya no son tan reales si tomamos en cuenta el intenso mestizaje o convivencia de las diferentes razas en el mundo y que sólo se alienta en contra por alguna estrella bélica que ha estado siempre tras el comercio de las armas y la prepotencia.
Pero este sentido común o la recuperación del sentido histórico o de la verdad, también está llegando a Bolivia pues las últimas encuestas de opinión, aunque hay que tomar las cosas con pinzas, revela que las autoridades de la "cruceñidad" han bajado de aceptación considerablemente y ya no tienen por qué amagar con nuevos intentos separatistas, a los que acuden apenas se les niega algo o se les contradice.
Independientemente de la sofistería desarrollista, liberadora o manipuladora, sólo la unidad y la tolerancia pueden construir un mundo mejor; peor todavía cuando ya el sectarismo, el egoísmo, la soberbia han fracasado lo mismo con el liberalismo que el marxismo, aunque no se quieran dar por enterados. Bolivia, verbigracia, ya no puede vivir sin sus nueve departamentos porque su diversidad, su riqueza cultural, se han amalgamado de tal manera que constituyen una personalidad definida en el tiempo y que ya no se puede ni descartar ni manipular; por eso es que la gente acepta el término mestizo, sin esa connotación peyorativa que algunos persisten en darle o la discriminación que otros tratan de imponerle. Si resulta aceptable que mientras unos se han "collificado", otros se han "cambificado", ¿por qué seguir poniendo piedras en el camino de la integración? El ejemplo catalán, en el que se basaron algunos "autonomistas" y copiaron su estatuto casi coma por coma, ha quedado pues desvirtuado y no hay nada mejor que agradecer el sentido común de los propios catalanes.
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