Dice un sabio adagio que, en boca cerrada no entran moscas y es algo que debieran recordar y tener presente los que se acusan a sí mismo de ser opositores al gobierno actual y reaccionan de la peor manera. El mensaje presidencial del 6de agosto, no ha sido la excepción y porque el primer mandatario hizo una declaración de intenciones sobre la urgencia de erradicar la pobreza extrema para el bicentenario de la república, 1925, los viscerales respondieron con una serie de invectivas y muestras hepáticas que empeoran el panorama de la politiquería nacional, si es que todavía hay algunos que piensan que no es complicado por la ausencia de opciones y alternativas.
Hacer un recuento de estas reacciones y "análisis" podemos dejarlo para cuando tengamos que elaborar un anecdotario o una recopilación de chistes baratos; aunque el problema es serio y la llamada oposición cada vez que abre la boca, mete las de andar con menos prudencia y tino que la monta de Sancho Panza, en los más sanchopancesco de la obra de Cervantes.
Entre las cosas que habría que poner en la balanza de la actualidad nacional están, de un lado, las obras públicas que se ejecutan, sea por gestión propia o con la intervención de la empresa privada y que es imposible desconocer porque son hechos concretados en carreteras, aeropuertos, equipamientos, instalaciones sanitarias, de energía, de agua potable y hasta las olimpíadas deportivas o científicas que se llevan adelante entre los estudiantes de secundaria y tienen perspectivas ciertas de generar algo positivo. Del otro, ese empecinamiento en distorsionar las propias palabras y hacer aparecer del supuesto sombrero mágico del socialismo y la revolución "indígenas", "indígena-originarios" o "interculturales" que se desmienten por siglos de historia y por una realidad hecha de sólo de mestizajes sino también de intercambios religiosos y culturales que tienen raíz, incluso, antes del primer encuentro entre los comandados por Colón y los habitantes de los Andes o las tierras redescubiertas.
Aunque, como excusa, quizá habría que mencionar la forma despectiva con se usaba el término meztizo en los certificados de nacimiento u otros documentos de gentes que, como ya no eran quéchuas, aymaras,. guaraníes o urus, aspiraban a aparecer como españoles, sin tener en cuenta que era otra realidad de mezcla racial y cultural que se había forjado por las sucesivas invasiones a la península ibérica por romanos, otomanos, sefardíes y un largo etcétera.
Este exceso "étnico", resultante de la presión de las ONGs que venían a llenar el espacio de intermediación entre el originario y las potencias, muerta la "clase política", no sirve pues a la consolidación de ningún espíritu de reivindicación y, por el contrario, mantiene a nuestros pueblos entre las pendulaciones a que nos acostumbraron los gobiernos materialistas del mundo; por lo que sería mejor dejarlo en el camino que insistir en él y es la excusa que con mayor frecuencia levanta la majadería opositora para desgarrarse las vestiduras por una unidad que, en ningún momento, la persiguen ellos mismos.
Tal vez, haciendo este examen de la realidad, con serenidad, con el corazón a la altura de la cabeza, sin excesos ni pataletas, contribuiríamos mejor a la patria, haciendo que abandone sus viejos defectos y adopte o, mejor, adapte la lectura de la realidad mundial al quehacer diario interno. Lo demás no conduce sino a exacerbar más todavía esa distorsión de la política que tanto daño le sigue haciendo a la humanidad.
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