Algunos de los dueños de empresas privadas del país, creen que es un "grave error" que el Gobierno intente agrandar la empresa pública. Efectivamente, es un grave error; pero no la conducta del Gobierno sino la percepción de los empresarios porque, curiosamente, se ajusta a una interpretación marxista de la realidad que hizo del "Estado" el enemigo del pueblo; es una lamentable distorsión semántica, histórica y filosófica en la que muchos incurren sin recordar, o ignorando, las enseñanzas de Rousseau que, precisamente, por estas fechas recuerda el bicentenario de su nacimiento y hay que lamentar que aún sus doctrinas no son una práctica común dentro de la política o la democracia.
También es un error confundir ideología con partidismo; tal y como algunos se vienen desgarrando las vestiduras, después que el Primer Mandatario de Bolivia pidió a las FFAA formación ideológica; que es contraria, eso sí, al partidismo con que se ha estado manejando esa institución después de la reapertura del Colegio Militar, clausurado por la "revolución nacional" y reabierto mediante el juramento al partido y la "revolución".
Es también un grave error confundir consenso con el supuesto consentimiento de las partes a algunas reglas que, teóricamente, deben estar orientadas hacia el bien común; que es lo que pasa cuando, por ejemplo, se quiere hacer un registro de los conductores del transporte público, en atención al problema de la inseguridad que usa de ese medio para la delincuencia y los conductores, no todos, se oponen. Lo mismo pasará si, verbigracia, el Gobierno, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales y una vez realizada la consulta a los pueblos del Parque Isiboro-Sécure, procede a ejecutar el camino interdepartamental porque, cualquiera sea el resultado, la consulta se efectuó y no quiere decir que la decisión, la soberanía nacional, se halle restringida a la misma; peor todavía cuando la cuestión atañe al bien común o al interés nacional.
Es también un grave error pasar de opositor o analista a trota conventos, cuando se confunde la vida privada de las personas con la trascendencia pública y se quiere ridiculizar alguna acción; que es lo que hace Doria Medina al criticar algunas proyecciones a futuro del actual régimen.
Y, a propósito de opositores, una vez más podemos tomar como ejemplo a los caricaturistas de "Página 12" de la Argentina, que nos regalan, hoy, una sobre la conducta de la oposición en ese país, con los mismos problemas de nuestro bando nativo. Dice el opositor: "El gobierno nacional quiere asfixiar, arruinar y sumir en el caos a la ciudad de Buenos Aires" y responde el ciudadano común: ¿En serio, qué hacen? y recibe la respuesta: "Dejan todo en nuestras manos".
En muchas de las cuestiones que hemos visto rápidamente, los errores de interpretación o el mal uso del lenguaje, pueden llevarnos a caer de la sartén al fuego y contribuir más bien a agudizar la crisis que a salvarla.
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