Aunque prematuramente, ya se están nombrando los candidatos a las elecciones siguientes en Bolivia; pero sería mejor decir que se ha designado ya al único posible, mientras las llamada oposición sin saber qué hacer, lo único que atina es a tirar a matar contra el designado.
Claro que tampoco faltan los candiditos, es decir, los que, en su candidez, ignorancia o estulticia, piensan que pueden ser oponentes del candidato oficial y se afanan por ser el polo de atracción de descontentos, separatistas frustrados, dirigentes sindicales que no miden sus posibilidades y hasta "indígenas" que después de no haber podido cosechar en el árbol de las peras actual, creen que tienen posibilidades.
Y, lo que es ya lógico, por el momento y creemos que de acuerdo a la costumbre, nadie menciona ni planes, ni programas ni ideologías y se limita a la lucha por los nombres y los hombres.
Y, tampoco ya paradógicamente, lo que más necesita el boliviano es un proyecto, una intención, una definición ideológica; porque esos instrumentos nos permitirían vencer el actual estado de postración y frustración que, curiosamente, es más el resultado de la falta de una oposición ideológica, programática, política, que de un oficialismo que hace lo que quiere porque no tiene contendor al frente que le pique así sea como un simple y molesto mosquito inofensivo.
Si, hasta que lleguen las elecciones, los candidatos no se acuerdan de estas necesidades programáticas, ideológicas y políticas, el resultado no puede ser otro que la repetición ante la ausencia de opciones y por mucho que la frustración vaya en aumento por un proceso de cambio que se politiquerizó excesivamente por la intromisión de gil y mil que, incluso, después de no haber satisfecho sus ansias materialistas, aparecieron en la "oposición", más como una muestra de despecho que de diferencia.
Pero es prematuro hablar de elecciones, por mucho que el mismo tiempo hace casi imposible armar una opción diferente a la oficial; pero como en la politiquería nacional y mundial nada es improbable; nada raro que tanto los intereses que se manejen a nivel internacional como en el servilismo interno, puedan ofrecer alguna sorpresa que, al menos, haga dudar de los resultados de las urnas, en una democracia que sigue siendo de mercado y, por tanto, sujeta al gasto y la inversión. Y aquí nadie dudará de invertir porque se juegan muchísimas cosas de la politiquería, la política y la geopolítica.
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