Aunque ya muchos no creemos que cualquier libro es bueno o hay que leer por leer; no hay duda que la lectura no sólo es un entretenimiento importante sino una necesidad, para adquirir información, sentir experiencias o dar rienda suelta a la imaginación.
En una de las clases en la universidad y con el objetivo de "reactivar" la lectura entre los alumnos, ya casi todos ellos maduros y profesionales, pregunté en cierta ocasión cuántos libros habían leído hasta el momento, ¿acaso 100? y como recibiera una sonrisa como respuesta; creyendo que había ido por lo bajo, subí la cantidad y volví a interrogar ¿acaso 200? Y la respuesta fue una franca carcajada. Ninguno había leído más de diez, siendo generosos.
La lectura sigue siendo pues una asignatura pendiente en muchas partes del mundo, que ya no puede excusarse en el alto costo del libro, pues hay ediciones piratas por todas partes, y tiene todavía algunos vacíos ya que no todos entienden lo que leen o retienen lo leído.
Infelizmente, quienes más muestran estas deficiencias de lectura son nuestros "intelectuales", que se jactan por haber leído unos pocos textos, aunque no los hayan comprendido, como ocurre con casi la mayoría de quienes tuvieron entre sus manos las obras de Marx, verbigracia; lo que no impide que, a ese personaje, se la haga decir lo que dijo y lo que no; lo mismo pasa con los que se acercan a la Biblia y se dejan llevar más por la memoria que por el análisis y la comparación.
En un mundo donde la información es permanentemente manipulada, donde los medios de comunicación están controlados y donde la historia miente; los libros son una real opción para acercarse a la verdad, aunque hay también muchos que se hacen precisamente para falsearla. Y, como decía Unamuno: "para novedades, los clásicos", pues siguen siendo fuente de inspiración y hasta de sorpresas; lo mismo cuando se relee el Quijote o se hace lo mismo con las obras de Tamayo o los versos de Adela Zamudio y Juana Inés de la Cruz, en el caso de las letras más próximas a cada lector. La lectura es eso: cada día un nuevo despertar.
Lo malo es que no sólo los gobiernos no fomentan la lectura sino que también los padres no se interesan por ella, especialmente ahora que están de moda los vídeo-juegos y son capaces de gastar verdaderas fortunas parta proporcionar este entretenimiento a sus hijos que darles un libro que resulta mucho más barato. Y, como la experiencia muestra, padre que no lee, hijo que tampoco.
También, sin embargo, habría que realizar permanentemente un inventario de lo que se lee, a veces por obligación, en los colegios pues no siempre son las lecturas más adecuadas y muchos profesores se dejan llevar por la propaganda que por la convicción o el conocimiento de la literatura; por eso es que algunos esperpentos se leen sin más. En cuando a las universidades, es triste comprobarlo pero es así: no hay ni lectura obligatoria ni fomento a la lectura y lo que se lee es lo estrictamente necesario y, generalmente, de una fotocopia que ha sustituido al antes usado policopiado.
Y mientras haya carencias en la lectura y en el acceso a la literatura, seguiremos siendo pueblos carentes de esperanza y librados su suerte.
Para terminar y aunque no resulte una curiosidad; nuestros "políticos" son los que menos leen o han leído; lo mismo que los nuevos "periodistas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario