Nunca como ahora se puede dar más crédito al calendario maya que habla del fin de una época, de una forma de vida, de un mundo, y anuncia el inicio de otra donde el miedo va a ser sustituido por la evolución espiritual. Y decimos esto porque ya no es posible determinar límites entre la mentira y la verdad; ya se trate de las políticas de organismos mundiales, de los países que a sí mismo se llaman grandes o de simples demagogos de plazuela o dirigentes de organismos espúreos.
Así como unos dicen luchar por la humanidad, los otros se arrogan derechos y reivindicaciones o alzan falsos estandartes, para hacer lo mismo que critican de otros, es decir, la impostura, la falsedad. Y así como el "tiempo del no tiempo" es evidente, la letra del conocídísimo tango argentino: Cambalache, se hace también real y ya nadie sabe quién es "choro" o es honesto porque vivimos una agudización de los males del siglo veinte.
Y aunque muchos se molesten habría sólo que preguntarse, por ejemplo, ¿quiénes conocen el TIPNIS y sus antecedentes, su geografía, sus recursos, sus escasos pobladores, las actividades que en él se realizan desde hace décadas, si no siglos? ¿Quiénes o qué extranjeros están asentados hace tiempo entre los aborígenes y cómo han influido en su decadencia o extinción? Porque difícilmente podemos hablar ya de sirionós u otras etnias que viven entre dos aguas sin ser de ninguna. Pero es fácil hacer discursos al respecto y echar la culpa de lo que pasa y no pasa al rival de turno; al que la demagogia o la conspiración internacional ha elegido que, para el caso, es lo mismo.
Todo ese discurso sobre derechos, reivindicaciones, ecología y otras yerbas, ¿es verdad o es mentira? ¿En qué realidad se basan? ¿Dónde quedan las organizaciones que hace décadas están "civilizando" las tribus? Y así podríamos hacer una y mil interrogantes sin poder dilucidar qué es la verdad y cuál es la mentira, porque el tiempo del no tiempo lo excusa todo; aunque debiera servir más bien para buscar nuevos rumbos y no contentarnos con ser parte del fin. Esta es también parte de la realidad: ser parte del fin o del inicio.
¿Con cuál se identifica?
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