La supuesta campaña contra el odio de una empresa comercial, donde se montaron fotos de personajes del mundo besándose; no sólo desató la polémica sino también la franca repulsa porque no es más que vulgar, pornográfica en cierto modo, y no tiene nada de arte o inteligencia y, menos, de convocatoria al diálogo o la concertación.
Lo que nos lleva a plantear una cuestión que está en el ambiente hace bastante tiempo: ¿El hombre ha perdido o, en lo mejor, está perdiendo su capacidad creadora? Porque eso de considerar como arte cualquier manifestación de la vulgaridad o conceder derechos a los ilegales o los inmorales, no es un tema simple de análisis sino que tiene, debe tener, sus compromisos con la moral, la ética, la filosofía y, finalmente, las ideas porque no es posible aceptar la decadencia así por así y es eso lo que se está haciendo, de la mano de la mediocridad alzada como gobierno en el mundo entero.
Y pone, una vez más, en entredicho eso que también resultó en una manipulación artera: la democracia, que de participación ciudadana se ha convertido en cuoteo político o reparto burocrático y de la corrupción, como ha sucedido en Bolivia y como sucede en el orbe con gobiernos que responden más a organismos internacionales o intereses sectarios que al bien común, al interés colectivo y que puede percibirse claramente en la actual crisis económica donde la consigna parece ser: hay que salvar al verdugo.
Y así como muchos organismos internacionales están perdiendo predicamento, hay que admitir también que las transnacionales no pueden recoger ni las necesidades ni las aspiraciones de sus explotados y las campañas por esto o lo otro, pueden convertir en simples expresiones de la vulgaridad, de la ramplonería de la cabeza y del corazón, como apuntara ese vasco inteligente como era Don Miguel de Unamuno.
Las satisfacciones tendrían que darlas no sólo a los involucrados sino a la humanidad en general.
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