sábado, 5 de noviembre de 2011

MUNDO AL REVÉS

En un mundo al revés, el no tiempo de los mayas, no es raro que salgan en defensa de la CNS sus trabajadores que son, a su vez, los culpables de casi todas las deficiencias que se le achacan; porque la mayoría de los profesionales que allí trabajan lo hacen con idoneidad y solvencia que se cruza, muchas veces violentamente, con la actitud de los trabajadores, de los representantes que tienen ahí ilegalmente, que están más dedicados a sus compromisos sectarios que al bien común.
Quien quiera que haya estado en esos ambientes, como paciente o visitante, seguramente puede atestiguar esta realidad que se arrastra régimen tras régimen, porque desde su creación esa entidad de seguro no ha podido deshacerse de una suerte de intervención cobista que no sólo no se merece sino que es ilegal e ilegítima y en ningún instrumentos jurídico vigente se encuentra contemplado que los trabajadores tengan que interponer veto alguno a las labores administrativas o, peor, profesionales porque no les corresponde y, por el contrario, van en contra de los asegurados.
Ahora que, por enésima vez, se trata de poner las cosas en su lugar, los "proletarios" propulsores de la dictadura, vuelven a las andadas y alguna gente les hace coro; no porque sea necesario sino porque quejarse en este país es un deporte y si no que lo digan los "trabajadores de la educación" que son los que más lo hacen en la propia CNS para disgusto de los profesionales y desmedro de la institución.
Hay que institucionalizar la Caja, es decir, hay que adecuarla a la ley y no permitir la intromisión de seudosindicalistas o de vetos inconvenientes al bien común; la CNS es de los asegurados y no de los trabajadores que sólo excepcionalmente responden a la vocación y méritos necesarios para pertenecer a una casa de salud. Hay que recuperar también la idoneidad profesional y dignificarla por encima de las injurias y las calumnias que, so pretexto de veto, introducen los entrometidos y los que diariamente sabotean sus servicios; por lo demás, habría que legislar sobre las restricciones convenientes al sindicalismo en organizaciones estructurales del Estado, como se hace en casi todas partes del mundo.

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