Lo que parece ser un anuncio más puede ser también la gráfica exacta de lo que sucede con el movimiento obrero en el país: La total confusión y contradicción. Porque eso de "paro movilizado" no sólo es contradictorio sino que apenas se cumple en cuanto a la suspención de actividades y también en cuanto a las manifestaciones que, por mucho que se inflen, no refleja el número de cotizantes de cuotas que reciben los dirigentes y dilapidan a su gusto y sabor.
Y es que el sindicalismo ya no es lo que era hace décadas donde los dirigentes exponían sus vidas al aceptar un cargo y tenían cierta formación gremial. Ahora basta con ser demagogo e inclinado a la holganza porque las direcciones sindicales tienen una serie de franquicias que, hasta ahora, nadie se anima siquiera a sacarlas a la luz. Una de ellas es el cobro de las cuotas que se hace por planilla y llega a todos, sean o no simpatizantes de los demagogos de turno, y de cuyos gastos no se rinde cuenta a nadie; otra, el ingreso subterráneo de "regalías" que se suelen cobrar a los gobernantes de turno para no hacer "oposición" y, como si fuera poco, el concurso de algunos dirigentes en la corrupción generalizada que tanto se critica a la administración pública y que no ocurre simplemente por la nominación de nepotes y demás deudos sino porque existe la abierta complicidad de algunos "dirigentes" que prefieren cerrar los ojos y abrir los bolsillos. Existe todo un mar de ejemplos que se podrían dar al respecto. Los "sindicatos" se han convertido pues en otros partidos con las mismas taras y desvergüenzas que criticamos en la politiquería nacional. ¿Cómo creer, entonces, en sus paros o movilizaciones cuando no juegan más que a sus conveniencias sectarias o personales? Los que están matando el sindicalismo son los mismos que aparecen como dirigentes de los trabajadores y, curiosamente, casi todos fungen de izquierdistas, socialistas, marxistas o trotskistas.
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