Un colega me decía hace unos días refiriéndose a cierto aniversario provincial: "no es porque sea indio, pero no ha entregado ninguna obra". Pero, aunque no lo quería, la implicación de la palabra "indio" denotaba ya una forma despectiva y, por lo tanto, racismo proveniente de la ignorancia y el prejuicio.
Lo mismo pasa con algunos que no pueden digerir la presencia del "indio" en el Palacio Quemado y critican y critican sin verse la cara en el espejo; porque para decir algo de alguien todos debiéramos, primero, mirarnos en el espejo tanto físico como el de la historia. Porque si tenemos un presidente que no es intelectual, ilustrado, huayraleva o de la burguesía; no es porque haya tomado algo al asalto sino porque no supimos cumplir nuestro papel de orientación, de educación de "las masas" y esto ha ocurrido tanto en la derecha como en la izquierda que se contentaron con hacerse de su representación, con buenas intenciones o simple demagogia, pero que no estuvieron a la altura de las circunstancias para hacerlas marchar hacia adelante. Muchas de las críticas y caprichosas interpretaciones que se hacen de la politiquería actual no es sino el producto del racismo, de la ignorancia, del desconocimiento de la historia, porque desde Belzu los "indios" han entrado en el Palacio Quemado, aunque nunca han sido satisfechas plenamente en sus reivindicaciones y, por el contrario, se los ha usado de acuerdo a conveniencias eventuales.
Pero como la ignorancia no repara ni en la historia y tampoco se ve la cara en el espejo, todavía veremos y escucharemos "sesudos" análisis y demás porquerías queriendo poner las cosas donde no estaban o buscar los tres pies al gato. Y es, precisamente, este factor de prejuicio e ignorancia, que hay que superar para encontrar los caminos del crecimiento y la evolución positiva de la patria, del Estado, de la nación y mientras sigamos así seguiremos haciendo politiquería y de la más soez.
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