Todos seguramente saben cuál la historia de Pirro, para tener que repetirla; pero a propósito de la marcha de algunos agitadores hasta La Paz y el resultado de las elecciones del poder judicial, es de prever que los que tratan de adjudicarse victorias inmerecidas tengan la misma suerte, porque el pueblo no es tan imbécil como creen y se da cuenta de lo que sucede, por mucho que también otros intenten echar sombras sobre el periodismo noble y estén distorsionando la realidad y la verdad por una pitanza.
Y es que, muchas veces, los abusos, la indiferencia, esa soberbia de que tanto se habla hipócritamente o de la doble moral que se usa en los círculos oficialistas han sido más bien el producto de la conducta adoptada por la oposición que, carente de ideas, se dedica a lo baladí, a lo vulgar y descuida lo verdaderamente importante. Además, hay que hacer una buena interpretación de la ley para saber cómo el gobierno está compuesto también, por mucho que no quieran, de esa oposición majadera que disfruta de sus beneficios sin decir nada y se desgarra las vestiduras por lo mismo que condiciona.
Todas las condiciones están dadas para que las victorias que se cantan ahora sean las de Pirro para esa suerte de oligofrenia que quiere pescar en río revuelto; no porque estemos apoyando determinado régimen sino porque no podemos dejar de lado lo que significa la democracia, la voluntad general, el bien común, conceptos que parecen haberse olvidado completamente por los militantes de la politiquería que intentan enredarlo todo.
No podemos olvidar, recordando la historia, que la victoria de Pirro no sólo fue demasiado onerosa sino significó también el inicio de su caída y muerte y sus palabras: "si conseguimos otra victoria igual; estamos perdidos sin remedio", confirman lo dicho y sucedido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario