Si aceptamos que hoy la moda es la preocupación central del modelo economicista y de consumismo; es imposible hablar de medios de comunicación imparciales y hay nomás que admitir que la mayoría son tendenciosos.
Peor todavía, cuando las transnacionales que controlan esos medios acumulan hasta un 93% del total mundial, lo que nos dejaría un 7% muy discutible en su imparcialidad por muy independiente que aparezca. Este es el resultado de un seminario internacional al respecto.
Con esta realidad, hay muchos motivos para excusar ciertas restricciones que se están imponiendo en el planeta a la labor de los medios y en preservación de algunos sistemas de gobierno, por ejemplo, la democracia. En algunos países europeos las restricciones no sólo afectan el financiamiento de los partidos sino también la propaganda que pueden realizar y, si de preservar la igualdad se trata, es lo justo porque hace tiempo que la propia democracia se ha convertido en un artículo más del mercado internacional y, como él, sumamente manipulado por intereses de pequeños sectores o agrupaciones con poder financiero. Quien no quiera reconocer esta cotidianeidad. está desubicado.
Entonces, es lógico, que "los medios de comunicación" como se suele anunciar, protesten contra las restricciones que, precisamente sobre propaganda, se han introducido en Bolivia con motivo de la elección de magistrados; lo que en realidad están reclamando en su parte en la torta de las ganancias que suele aportar la propaganda, por muy ideológicas que quieran aparentar sus protestas.
Con la elección de Kennedy en los EEUU, se ha demostrado que el mercado también puede imponer gobernantes, es una de las conclusiones de José Ma. de Lera, respecto a la violencia, y no hay por qué discutir algo que, en cierto modo, nos consta pues vemos que el candidato que más hace regalitos, aunque sea de chucherías, es el que más posibilidades tiene ante las urnas; aunque no tenga ideas respecto a la política y, menos, a la ideología.
Hay periodistas dignísimos, no hay duda; pero abundan más los tendenciosos, los del mercado vulgar, los que han hecho del oficio una pitanza y desprestigian una labor que fuera más interesante si la intromisión del economicismo no pesara como pesa actualmente en todo el mundo.
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