domingo, 10 de julio de 2011

LA TORRE DE BABEL

Aunque no hay que tomar las cosas textualmente, cuando se nos habla de la Torre de Babel o las Trompetas de Jericó, no podemos sino encontrar algunos símiles en el mundo actual por la forma cómo, aunque estamos en la era de las telecomunicaciones electrónicas, la confusión es mayor y también la soledad.
Tomemos por ejemplo el lenguaje; aunque es bueno y hasta aconsejable dominar por lo menos dos o tres idiomas, resulta que los medios de comunicación están incentivando un lenguaje cada vez no sólo más vulgar sino confuso. Ahí está eso de "chuto", para decir algo, que nadie sabe exactamente qué significa y todos le atribuyen lo que quieren; pero que no es sino una engaño de marca mayor porque esconde más que revela, es decir, lo contrario de la palabra.
Esconde, en unos casos, el delito; en otros, la concepción de la verdad. Por lo tanto, en lugar de contribuir al entendimiento entre las personas y a una buena comunicación, lo que hace es crear mayor confusión. Así existen miles de palabras que ya no se acercan siquiera a su etimología o se escriben mal porque, supuestamente, la tecnología obliga por el uso de la cibernética. Da grima ver escribir kaso, por caso, o te kiero, por te quiero, en los mensajes de texto o los correos, lo que nos da otra dimensión de cómo el lenguaje se va pervirtiendo o haciendo más babeliano.
Puede que la Torre de Babel no haya sido un lugar donde la profusión de lenguas hizo imposible la comunicación y la convivencia sino, como ocurre actualmente, que incluso hablando el mismo idioma no nos entendamos fácilmente y nos estemos dejando llevar por la nada. Hay pues que cuidar el lenguaje si queremos entendernos y encontrar un mundo mejor o nos veremos vulnerables a las Trompetas de Jericó.

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