lunes, 11 de julio de 2011

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

En pocos días más y en el mundo entero habrán recuerdos y homenajes a la revolución francesa, una de las más celebradas en la historia; pero la realidad nos desmiente sobre sus logros, porque todavía hay pueblos que ni tienen libertad, igualdad y, menos, se sienten hermanos de otros. Todo lo contrario; ahí están los ejemplos de la ex Yugoslavia, Corea, Viet Nam, Sudan, el Congo y hasta los celos y recelos persistentes entre los pueblos latinoamericanos, que no avanzan en la integración porque sus distintos gobiernos se han encargado de lo contrario, obedeciendo maquinaciones allende nuestras fronteras.
Le revolución francesa, es pues un intentos más, como la mexicana, la boliviana, la nicaragüense o cualquier otra, porque no se traduce en lo que debiera: el bienestar del pueblo en general y no sólo de algunas pocas personas o familias que siguen haciendo de nuestros territorios colonias disfrazadas o cínicas.
Porque también la industrialización o el crecimiento de la economía o, más exactamente, la macroeconomía, esconde sistemas de alienación o subalternización porque, por ejemplo, instala sucursales de fábricas o filiales de comercios; pero que no contribuyen a la industria interna en sí misma. El efecto distorsionador ya lo han vivido varias veces países como Argentina y Brasil que han instalado o desmantelado fábricas y economías de acuerdo a los intereses de eso que se llama centro y que, más bien, corresponde al imperio. Lo que ha dado lugar a que siendo economías en crecimiento o, como se dice actualmente, en insurgencia, vuelvan a ser tercermundistas de la noche a la mañana para, después, reintentar la experiencia.
Perón, Goulart y varios presidentes de estas naciones tuvieron experiencias distintas sobre lo que significa la economía colonial en nuestras naciones y la imposibilidad de una independencia financiera, pese no sólo a tener recursos monetarios, productos de reserva o recursos naturales que, infelizmente, no consiguieron estructurar Estados realmente independientes, iguales o fraternos con sus vecinos y con quienes, de alguna u otra manera, se identificaban con ellos.
La revolución, es pues un tema pendiente en el mundo y no hay que echarle loas a los fracasos o a los simples intentos, por muy píos que aparezcan porque siempre hubieron saboteadores que, incluso, aparecieron como teóricos o ideólogos. Razón tenía Melgarejo: confianza, ni en la camisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario