miércoles, 20 de julio de 2011

EL NARCOTRÁFICO

Ya queda para la risa o la lástima, el ver a algunas personas o instituciones desgarrarse las vestiduras y echarse ceniza, cuando se habla de las drogas y acusar a determinado gobierno de país dependiente de este y muchos males más.
Y es que basta leer sobre la "guerra del opio" para saber que desde hace muchísimo tiempo las drogas son un rubro más de la explotación, de la intromisión, del colonialismo; ejemplos hay muchos, desde los suscitados en el mercado del opio, hasta el manejo de mafias y hasta gobiernos para financiar la operación Iran-Contras casi, casi de reciente data.
No hay pues inocentes en el negocio y todos buscan la mejor ganancia aprovechando las circunstancias de la prohibición, del mercado creciente de consumo o del lavado del dinero procediente de las drogas. Es más, si realmente se quisiese luchar contra ese flajelo de los pobres, la medida más atinada sería acabar con el secreto bancario y empezar a aclarar de dónde vienen algunas fortunas, mansiones u holgura económica.
Ese secreto es el causante de muchos males a la humanidad, desde el narcotráfico, hasta el tráfico de personas, pasando por la prostitución, el negociado en las obras públicas, el fomento del alcoholismo, el incentivo del turismo pernicioso, que se hace de alcohol y prostitutas, y una serie de negocios que aparecen píos pero que no son más que facetas de la delincuencia organizada en grande.
Cualquier país no puede luchar por sí solo contra las drogas; pero los elementos de ayuda generalmente se imponen como intromisión y dependencia, que no es tolerable dentro de naciones independientes, por lo menos teóricamente, y el principal escollo en una lucha mundial contra el comercio ilícito es el moral. Algunos Estados no entienden de tal cosa ni tienen reglas que los obliguen al bien; es más, acudiendo a la caprichosa interpretación de Maquiavelo hacen lo que les viene en gana, con tal de llenar sus arcas y bolsillos.
Así pues, cada vez que veo a alguien desgarrándose las vestiduras cuando habla sobre esa transnacional del delito; no sé si ponerme a llorar por la estulticia o reír por la hipocresía. Así está el mundo y por eso es que se habla tanto de su final y del apocalipsis.

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