La alharaca que se ha originado con motivo de la elección de magistrados no es más que eso, de una y otra parte, porque, en realidad, ni con la elección pasará a ser la corte celestial ni con la suspención se evitará su ineficiencia, por decir, algo elegantemente.
Quien quiera echarle sombras a la elección que se viene, no lo hace porque se ajuste a la verdad o la realidad sino por simple majadería; quien quiera echarle halagos inmerecidos lo hace simplemente por consecuencia partidista; pero la cotidianeidad nos está gritando que el llamado poder judicial casi nunca ha sido ni independiente no eficiente. Hay que recordar que, en un tiempo, respondía a los requerimientos de "la rosca", después al movimientismo de la "robolución nacional", inmediatamente a los gobiernos de facto o seudoconstitucionales, de acuerdo a las conveniencias. Las excepciones personales han evitado que el colapso sea más ruidoso y estruendoso que hoy casi ni truena ni "kapa", como dice el adagio popular.
Intentar que el redenominado poder como órgano resulte una maravilla de la noche a la mañana, es como esperar que los ovnis lleguen mañana trayendo regalos para todos; tener la esperanza que todo quede como antes es sostener el estado de dependencia-corrupción e impunidad que se instaló en el PalacioQuemado desde que lo habitara el "libertador económico".
Si vamos a "elegir" a ciegas, parece preferible que nos impongan a magistrados del mismo modo o, peor, sabiendo que los sinvergüenzas pueden estar tranquilos y seguir sembrando nabos en las espaldas de los bolivianos, como decía Salamanca.
En todo caso, si de tratar de organizar una oposición se trata, con los majaderos de hoy no se puede hacer nada, porque sus neuronas han dejado de funcionar, lo mismo que algunos partidos.
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