En Bolivia se llama "tarajchi", a un pájaro que se mete en los nidos de los horneros y los expulsa de su obra y propiedad. Muchas veces en nuestra historia los procesos de cambio, de institucionalidad o desarrollo han sido frustrados por bandadas de "tarajchis" que se han adueñado de todo y, simplemente, han servido de instrumentos de viejas mafias y logias que se turnan en el poder a través, o no, de los partidos cuyo sectarismo se hace cada vez más angustiante, precisamente, cuanto más "tarajchis" aparecen en el cielo.
Estos sujetos se meten a título de inteligentes, imprescindibles, asesores, entendidos o técnicos pero, en los hechos, no son más que inescrupulosos a los que poco les importa el proceso, la historia o el porvenir de la patria. Lo mismo existen en la derecha que en la izquierda; polos de una polaridad discutible a la luz de la historia del mundo que nos muestra y confirma, más de una vez, cómo unos han sido simple instrumento del otro, dentro de un ambiente materialista que le ha quitado y le roba al hombre su dimensión universal y su identidad con la tierra y su patria.
Ya la historia misma de la guerra de la independencia nos muestra la intromisión de estos "tarajchis", que un historiador califica como "dos caras"; infelizmente, esta intromisión ha sido poco menos que contínua a lo largo del proceso republicano y por eso es que son más las frustraciones y los desengaños que las cosas ponderables. Si los dedos de una mano son más que suficientes para escoger algunos presidentes de buena y positiva obra; no lo es tanto por la carencia de personalidades o personajes sino por el acompañamiento que han tenido y que los han desprestigiado con su concurso pues es sabio el dicho de dime con quién andas y te diré quién eres. Como siempre se dice: con esa clase de amigos es innecesario tener enemigos y la triste realidad de nuestra patria es este ambiente plagado de "tarajchis" o de ignorantes que meten las de andar con más frecuencia que los burros, con perdón de los cuadrúpedos.
El que cada vez haya más voces disonantes dentro del llamado "proceso de cambio", no es pues más que una confirmación de que los "tarajchis" no han estado ni están ausentes y siguen haciendo su agosto para perjuicio de todos los bolivianos que no terminamos de cosechar frustraciones.
"Tarajchis", "dos caras", "asesores", "colaboradores" y hasta regantes al estilo mexicano, son la triste realidad nacional que muchas veces hace crecer la desesperanza; pero que debiera servir más bien para ahondar en la filosofía, en la ideología, en el pensamiento político y programático para salvar la patria.
Lo curioso es que así como tenemos "tarajchis" indígenas, los hay también gringos o "yankillokallas" que hacen la misma servidumbre en perjuicio de Bolivia y de la mejor suerte de un país que tiene de todo, menos constancia y lealtad a las ideas.
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