jueves, 28 de julio de 2011

OPORTUNIDADES PERDIDAS

Lo que mas duele de las frustraciones colectivas no es la incapacidad de los "revolucionarios" o su traición sino la pérdida de oportunidades para cambiar la realidad y avanzar. Porque los actores se pueden recuperar o crear nuevamente; pero el tiempo que pasa no vuelve.
Infelizmente, esto es lo que está volviendo a ocurrir pues las oportunidades que se tenían de cambiar la constitución misma del Estado, se han perdido en una intromisión excesiva y no soberana de ciertas organizaciones no gubernamentales que, sofisticando a los constituyentes, nos han dado una CPE más bien neoliberal que socialista, de continuidad que de cambio. Y lo mismo está pasando con algunas leyes cuyos borradores crean alguna esperanza que, después, se pierde por los "consensos" que no son más que negociados sectarios a que se someten las leyes por la presión de pequeños grupos.
La Ley de Telecomunicaciones que, en su versión original, recogía la recomendación de dar por canceladas todas las licencias actualmente vigentes para proceder a una nueva selección, ha sido modificada lo que supone la persistencia de esa mediocridad que se ha hecho cargo de la mayoría de los medios de comunicación, que han confundido la radio con chicherías de mala muerte o la televisión con agencias de venta de la más vulgar mercancía y dispuesta siempre al chisme que la información seria.
Por lo demás, existe un acaparamiento de licencias que es constitucionalmente ilegal porque disminuye el acceso a las frecuencias radioeléctricas de mucha gente que ya no sabe qué hacer con tanta contaminación del espectro por improvisados que gritan, blasfeman, proyectan su ignorancia y hacen a la sociedad víctima de una alienación increíble a la mediocridad o la ignorancia supina.
Y ocurre también con la ley del transporte público que, curiosamente, se ha puesto en manos de pequeños grupos privados que viven de su explotación desde hace décadas y que, en más de una oportunidad, han pedido la medida de los pantalones de tiranos reconocidos a los que nunca les ha gustado la democracia; ni la superficial actual ni la profunda todavía en la ilusión.

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