Se dice que los pueblos que olvidan su historia corren el riesgo de repetirla; pues bien, también hay situaciones en que esa memoria está manipulada y las personas recuerdan sólo lo que les conviene y cuando les conviene.
Esta es la situación del narcotráfico que, muchas veces, se ha visto con excesiva tolerancia o hasta complacencia porque la permisividad estaba dada desde arriba; lo que quiere decir, desde donde está el gobierno que, en América Latina, no siempre estuvo en sus palacios sino en la Embajada.
Pero también la gente común no miraba con desprecio estas actividades sino que las consentía y se refería a ellas con displicencia o indiferencia porque, en nuestros pueblos todavía chicos, nada pasa desapercibido y si algunos nuevos ricos creen que engañan a alguien, debe ser sólo a ellos mismos, ya que, en las calles, casi todos saben quién es o fue "narco" y de dónde proviene su "herencia".
No hay pues que desgarrarse las vestiduras ni espolvorearse con cenizas cuando se descubre algún "vivo" que hace de las suyas y que, casi siempre, no es más un pelele del negocio transnacional y que, en los hechos, nadie quiere combatir estructuralmente porque puede resultar conveniente a la hora de la crisis, como la que actualmente sacude a la principal potencia en decadencia del mundo y que, reiteradas veces, ha acudido al ilícito negocio para financiar operaciones que su presupuesto no alcanza a hacerlo.
Lo que hay que condenar es que esta hipocresía de la politiquería mundial se trate de imitar y hasta emular en territorio nacional por las personas que, sin identidad precisa, quieren hacer lo que otros porque la imaginación no les alcanza para más. Este es el caso de la denominada oposición que, carente de ideas y luces, hace lo que otros con una total deficiencia de neuronas y sueños.
Para luchar estructuralmente contra la economía ilícita hay que fomentar la igualdad. Y es ésto lo que no quieren los que gobiernan el mundo, porque no tienen la capacidad suficiente para interpretar la realidad universal ni local y hay medidas que se pueden tomar ya mismo para erradicar el mal; por ejemplo: eliminar el secreto bancario que es lo que tampoco nadie se anima a hacerlo porque las sorpresas excederían la credulidad del común de la gente en el mundo; tal es su magnitud e implicaciones.
Mucho del negocio inmobiliario tiene serias sospechas sobre su financiamiento en territorios donde es difícil, si no imposible, ser rico por la capacidad, la profesionalidad y la moralidad. Y entre esa corrupción de la que todos hablan, está el negocio de las drogas como una dínamo que se extiende ominosamente donde uno menos piensa.
Por lo demás, es fácil hablar cuando se está en la oposición; tanto, como cuando se actúa de modo inverso al estar en el oficialismo y, estructuralmente, ésto es lo malo de la "política" en las naciones dependientes y todavía ansiosas de conseguir su total independencia y libertad que el economicismo ha frustrado y no permite como el nuevo tótem del mundo.
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