Una invitación para "concejalas" habría sido asumida por concejales y, a raíz de algunas declaraciones, se ha desatado una tormenta donde lo único que truena es el ridículo que nos da cuenta la clase de funcionarios que tenemos.
Tenía que suceder y lo advertimos cuando empezaba a perfilarse la Constituyente y hacía incursión un discursito demagógico, discriminador, irresponsable que lo único que pretendía era aprovecharse de la euforia, de la desinformación o la ignorancia de nuestros "constituyentes" para darnos ese absurdo que tenemos y que se puede interpretar de mil maneras y distorsionarlo a gusto y sabor de la derecha explotadora como de la izquierda anarquizante.
Y es que el excesivo énfasis en algunas palabras, sacadas del contexto del lenguaje, de su concepto y hasta de su etimología, tenía que tener resultados más negativos que positivos. Es lo que sucede con eso de la discriminación, que quiere decir: distinguir, diferenciar, es decir, identificar lo macho de lo hembra, lo blanco de lo negro; pero en los hechos ha adquirido un carácter totalmente negativo y hasta criminal o lindante con la majadería.
La imposición de referirse a los concejales, por ejemplo, distinguiendo su sexo; no es sino otra forma de discriminación, de distinción, de diferenciación; donde nada tiene que ver el respeto por el prójimo o la convivencia de la raza en el planeta; pero como todo sofisma bien manejado se ha extendido de tal forma que hasta personas de buena preparación profesional o intelectual caen en él.
Hoy lo de la discriminación se ha convertido en un arma arrojadiza que lo mismo pueden usar quienes se sienten desplazados, desoídos o marginados, que los delincuentes que quieren avasallar lo que no es suyo o hacerse la propiedad ajena en las ciudades. A tal extremo se ha llegado que la selección de personal o de aspirantes, verbigracia, a la Universidad, se puede calificar de "discriminación" y dar rienda suelta a la mediocridad y la ineficiencia.
Y lo están mostrando los propios universitarios en las calles de Cochabamba, Tarija, La Paz, El Alto o Potosí que, al parecer, lo único que quieren es que no se los discrimine por su ignorancia patente y galopante.
Lo de concejales o "concejalas", es pues apenas un ejemplo para ver cómo marchan las cosas al calor de la demagogia, la sofistería y, aunque no se crea, la propia discriminación "negativa".
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