lunes, 9 de junio de 2014

POLITIQUERÍA Y DEMOCRACIA

Si hay dos cosas que son incompatibles; ellas son la politiquería y la democracia. Y el regreso de la "clase política", que hizo del sectarismo y los intereses particulares sus objetivos, nos lo muestra fehacientemente.
Por un lado, en el ambiente electoral que ya sufrimos, vemos a los de la autodenominada oposición moverse simplemente al calor de las "junthuchas", es decir, la reunión de minorías insignificantes para la política o la democracia y, del otro lado, hace lo mismo el oficialismo con sus aconchabamientos con sindicalistas que han dejado de ser tales y viven de los sindicatos o de su recuerdo, merced al cobro de cuotas, viáticos, asignaciones y un largo etcétera que, además, les permite hacerlo sin trabajar.
La democracia como sistema de gobierno en representación del pueblo donde lo que debiera perseguirse es el bien común, se está convirtiendo en una utopía, peor todavía, en un ambiente donde los "odiólogos" no pierden la oportunidad para sembrar cizaña so capa de reivindicaciones, oportunidades o citas con la historia.
Se ha dicho en estos días, en boca de un espontáneo, que el MAS debe asegurar cuatro senadores en Cochabamba. ¿A quién le interesa que sean 4, 8 o 30, si no representan a Cochabamba, ni sus intereses y ni siquiera los de la patria? Y lo mismo pasa con los llamados diputados que hasta en su vestimenta denuncian su sectarismo aunque se haga pasar la cuestión como folclore, identidad o lo que fuere.
Si hace unos diez años atrás la autodenominada y autosegregada "clase política" constituyó una ignominia para la democracia, el pueblo y los intereses de la colectividad, pues lo mismo viene sucediendo ahora con los "movimientos sociales", el "instrumento político" y demás impostores que se han adueñado de la democracia muy entre comillas porque se ha convertido apenas en un sueño o un fantasma.
Otra vez, hay que preguntarse con Nietzsche: ¿Por qué se pudren nuestros frutos? Y la respuesta tal vez esté en la excesiva indiferencia con que vemos las cosas, esa "apolítica" que no es más que irresponsabilidad social y cobardía.

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