Los buitres de la economía mundial amenazan la Argentina, su estabilidad y hasta su porvenir. Se diría que es el signo de los tiempos; pero es más bien una constante de la historia de nuestras naciones sometidas a la tiranía del vil metal que no sólo derribó gobiernos sino que también los impuso de cuerdo a las circunstancias.
Hoy se llaman "fondos buitre"; antes de ayer se llamaron "ayuda económica" y ayer recetas del FMI. Pero la constante es la misma: expoliación. Y se produce bajo diferentes formas y maneras. La devaluación, el cambio de patrón internacional o la imposición de precios en el "mercado libre".
Cuando el patrón mundial era el oro y a los ricos se les ocurrió cambiarlo por el dólar, no sólo que la medida fue traumática para muchas naciones sino que, además, escondía el engaño porque se hacía de acuerdo a los parámetros que imponía la banca y que casi nunca estaba de acuerdo ni con el precio del oro ni del dólar y así ha ocurrido cada vez que se imponía un cambio.
También la ayuda internacional en la economía encerraba formas sutiles o brutales de explotación pues se imponía la moneda del crédito, el lugar de su cancelación, los arbitrios necesarios para conseguir beneficios colaterales y hasta la forma del crédito sobre crédito para agudizar la inestabilidad.
En el caso de la Argentina, nuestro vecino venía de casi, casi, rehabilitarse de aquello que se conoció como el "corralito" y que no era otra cosa que apropiarse de lo ajeno, por parte de la banca internacional; con la agravante que lo hacía entre los menos pudientes ya que existieron denuncias y pruebas que los que tenían grandes cuentas, dispusieron noches antes de camiones de seguridad que trasladaron sus dineros hasta lugares más seguros. Lo mismo se ha dado muchas veces en nuestro territorio donde ante la sospecha de una nueva devaluación, el tráfico de divisas era intenso en los entornos del poder o palaciegos; de ahí la designación de "nuevos ricos" con que se conoce a quienes, de la noche a la mañana, aparecen con fortunas que, ilusoriamente, se hacen aparecer como ganancias de la lotería o herencias inesperadas.
Pese a muchas circunstancias, las cosas no cambian y en lugar de hacer reuniones con bombos, platillos y despilfarro, habría que ver la forma de hacer frente a esas prácticas repetidas de explotación y dependencia para defender nuestros pueblos de los buitres y demás aves de rapiña que con la constante del materialismo.
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