miércoles, 25 de junio de 2014

PARECÍA SERIO

El Canciller del gobierno actual, parecía uno de los personajes más serios del régimen, tal vez, con mejores conocimientos y sensatez.
Pero con sus declaraciones y "aclaraciones" sobre el reloj al revés del Legislativo no ha hecho otra cosa que echar por la borda todo ese concepto que de él se tenía. Y es que no se trata de puerilidades sino de acciones esenciales y fundamentales que, en determinado momento, hay que tomar para vencer las dificultades, las crisis e impulsar los cambios o las innovaciones que se crean convenientes.
Lo malo de muchos "revolucionarios" en el mundo es que, si no quieren anular la historia para imponer otra absurda o teórica, no saben lo que quieren y actúan como ciegos, sordos y mudos. Ha pasado en la revolución francesa, en la rusa y en muchas otras lo que, en lugar de contribuir a la humanidad, ha hecho todo lo contrario. Por eso es que en pleno siglo XXI sigue siendo una aspiración aquello de libertad, igualdad y fraternidad.
Estaríamos de acuerdo en que Bolivia inicie el camino del cambio mundial, de acuerdo a sus tradiciones, leyendas e historia; pero no con puerilidades como cambiar el giro de las manecillas del reloj o teorizar sobre lo que debe ser el sur o el norte; porque eso no sólo es desconocer las leyes físicas sino también los convencionalismos de la relación internacional. A este paso, haría bien el Canciller en cambiar su indumentaria occidental, su accionar occidental, su protocolo occidental, para retornar a las tradiciones del vestido, de la verdadera cosmovisión andina y a la moral del Incario que es muy, pero muy diferente, a lo que algunos creen.
Sólo si somos capaces de recuperar nuestra mirada oriental en la concepción misma del mundo y el universo estaríamos haciendo algo positivo; pero como interpretamos o desconocemos nuestra propia historia, la mitología y la cosmogonía; entonces, tomamos el rábano por las hojas.
Hay tantas cosas que se podrían hacer, antes que cambiar el curso de las horas y de los días, que ni siquiera habría tiempo para fijarse en el reloj o si esto es norte o sur. Sólo la fatiga, por decir algo, intelectual no nos permite hacerlo y caemos en la demagogia, en la ramplonería y, fundamentalmente, en la desorientación. Es una lástima pero el Canciller se hizo el harakiri.

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