De casualidad hemos escuchado parte de la filípica del presidente Correa en contra de las ONGs y vaya que tiene razón.
Porque la intromisión de estos organismos no sólo se ha convertido en un nuevo Caballo de Troya del materialismo sino que persiste en el patriarcalismo que, curiosamente, se critica para, supuestamente, alcanzar la descolonización.
Lean la nueva Constitución Política del Estado, escuchen las elucubraciones del Vice y hasta las declaraciones de los propios "campesinos" y llegarán a la conclusión que la "descolonización" no es más que un ardid para continuar la servidumbre; si ya no en las haciendas o las minas, en las urnas.
Hace ya bastante tiempo que en la Ley Fundamental de nuestra república, se ha abolido la servidumbre y se ha impuesto la igualdad. Que todo haya fracasado es porque persistieron las mentalidades patriarcales, es decir, el indio, el campesino, el pobre, iba a ser redimido no por ellos mismos sino por la intervención de terceros "buenitos".
Y este papel es el que también han asumido las ONGs que, aparte de defender su salario, defienden el patriarcalismo; por eso es que son ambientalistas, defensores de derechos o propiciadores de la democracia; pero se desgarran las vestiduras cuando se quiere hablar de obligaciones, de los recursos naturales para el bien común o de la democracia real de: un hombre, un voto.
Y así como lograron entrometerse en la redacción de una Constitución casi absolutamente neoliberal, ni siquiera liberal a secas, están presentes en la actividad cotidiana donde usurpan las funciones de autoridades llamadas por ley, imponen su presencia por encima de las víctimas, como en el caso del TIPNIS, o subvierten la institucionalidad jurídica al reclamar majaderías como en el caso del amotinamiento de oficiales de las FFAA.
Las ONGs son una permanente subversión en contra de la racionalidad, de la legalidad, de la legitimidad; pero como nadie les dice nada o sólo de vez en cuando, continúan con su negocio que no es otro que servir a la derecha desde la izquierda.
Que los latinoamericanos aspiramos a la libertad y la independencia, es cierto; pero con autenticidad, con nosotros mismos, con nuestros sueños y hasta pesadillas y para eso no necesitamos de organismos que están más allá del gobierno, del bien y del mal y que lo único que buscan es seguir explotándonos.
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