La última reunión del CELAC ha declarado a la América Latina: zona de paz. Independientemente de las buenas intenciones o las teorías; lo que no conseguimos es actuar de acuerdo a la realidad.
En una reunión latinoamericana, a la que se nos invitó hace ya varios años, para tratar de hallar un derrotero a los pueblos al sur del río Bravo, advertimos que la Cultura Occidental o Civilización Occidental, pues es más cierta la última que la primera, estaba siendo crucificada entre dos tendencias igualmente criminales: la derecha y la izquierda, ya que ambas respondían al mismo patrón: el materialismo.
Por eso es que la única alternativa para nuestros pueblos es colocarse más allá de la derecha y de la izquierda, fuera de la civilización occidental y crear, o recrear, una tendencia renovadora que busque el socialismo y la igualdad, no de acuerdo a Marx o sus seguidores sino de acuerdo a la historia, las tradiciones y las costumbres precolombinas.
Y esto es lo que hay que hacer sin declaraciones altisonantes ni teorías resfriadas o frustradas por la realidad y, para ello, hay que empezar a hacer eso que se ha venido pidiendo insistentemente desde las pampas argentinas, el altiplano peruano y boliviano, los "quilombos" o los trópicos caribeños: Renovar y recuperar el hombre integral, el sujeto de la historia ligado tanto a la ciencia como a la espiritualidad, al pasado como al porvenir, a la participación social dentro de la aristocracia.
Porque ya la humanidad está harta de posiciones materialistas y avariciosas que, lo mismo, se dan en uno u otro polo del espectro de la politiquería; porque la alienación no es libertad ni independencia y sigue siendo subordinación; a Marx o Smith o el que fuera porque no da paso a la autenticidad, a la creatividad, a la libertad sin condiciones.
Declararnos como zona de paz, huele mucho a hacer lo que un viejo dicho aconseja: "si quieres la paz, prepara la guerra"; porque no se cambia la mentalidad del dominador, del guerrero, del usurpador. Claro que es una buena pose; pero nada más y lo que nos falta es profundizar dentro de nosotros mismos, sin recetas ni recetarios, sin "hermanos mayores" o tiranías de clase; confundimos simplemente con el destino planetario dentro del cosmos.
Es la civilización occidental la que ya no da más y ya no tiene los pilares que la sostuvieron durante siglos, el Derecho Romano, la razón griega, el arte latino o el cristianismo ya no son más que recuerdos, por mucho que nos aferremos a todos o cada uno de esos pilares, y, actuando en consecuencia, hay que buscar otros derroteros o reponer los que hubieron antes de datar la historia de la humanidad desde el año cero.
Puede que seamos zona de paz; pero sería mejor que seamos zona de creatividad y autenticidad.
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