Cuando la "revolución nacional", las víctimas no encarceladas o exiliadas, eran atendidas por medio de los "jefes de manzano" que manejaban una suerte de pulperías donde, supuestamente, todos quienes necesitaban de alimentos para sobrevivir, podían comprar lo necesario y tratar de pasar bien los vientos huracanados de las "banderas de abril". Muchos se hicieron ricos con esta "ayuda" y se los pasó a conocer como los "cuperos"; después vinieron una serie de subvenciones o franquicias que hicieron lo mismo con dirigentes sindicales o partidistas que, de la noche a la mañana, amanecieron como "los nuevos ricos". Más recientemente, cuando el terremoto de Aiquile, resulta que mucha de la ayuda conseguida interna como externamente desapareció como tragada por el sismo y hasta ahora los juicios para aclarar el fato siguen esperando que se resuelva la incógnita de dónde fueron a parar toldos, cocinas, potabilizadores, alimentos, frazadas y muchas otras cosas.
Ayer, en una provincia cochabambina las víctimas de las inundaciones clamaban por ayuda y denunciaban que ningún gobierno se había acercado a ellos; cuando las mismas cámaras de la televisión mostraban que se estaba llegando con alimentos y otras vituallas. Lo que sucedió es, como siempre, que unos cuantos se organizaron en damnificados, se disputaron la ayuda y dejaron a las verdaderas víctimas en el olvido. No es pues primera vez que pasa; pero habría que sentar precedente y capturar algunos de estos "vivos" y demandarlos ante las instancias correspondientes porque si hay algo más vil e indigno es arrebatarle la limosna o la ayuda a quien la necesita.
Comentábamos hace unos días cómo la ayuda internacional era una falacia, una hipocresía y nos faltó agregar que se han dado episodios donde la supuesta filantropía ha servido más bien para favorecer a los poderosos y uno de los ejemplos más claros es lo sucedido con la vacuna contra cierto tipo de influenza que fue a parar a los cuarteles norteamericanos con gran rendimiento económico para uno de los ministros de la eventual administración republicana.
Si en cierta situaciones de desastre y tragedia se decreta la ley marcial para evitar el pillaje, ¿por qué no hacer lo mismo con estos aprovechadores? Porque no basta enterarse o aclarar que la ayuda sí llega, sino castigar a los mafiosos, a los hipócritas, a los aprovechadores; así como se quiso hacer con los que percibían dineros de los "gastos reservados" e hicieron del sindicalismo o la oposición un negocio; aunque tampoco se hizo nada porque entre los gatos estaban las ratas.
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