Del colonialismo, es decir, de la dominación política y económica, hemos pasado a la alienación; o sea, la enajenación, la pérdida de identidad.
Y, aunque no se quiera creer, en nombre de la libertad. Porque si analizamos la historia; las ideas de independencia y libertad, dizque, fueron originadas por las europeas dominantes y que se transmitieron por medio de las universidades, algunos de cuyos miembros se atribuyen, incluso, el primer grito libertario, como en el caso de Bolivia, por mucho que hubieran habido antes episodios sangrientos donde no fueron universitarios sino más bien campesinos o artesanos, los que pedían igualdad.
Pero después de las ideas revolucionarias francesas que no pudieron traducirse en una efectiva libertad, igualdad y fraternidad, vinieron las marxistas que quisieron aprovechar el vacío dejado por los anteriores; pero con las mismas posiciones: no cambiar sino sustituir.
Esta corriente que llegó a Bolivia de manos del anarquismo, tuvo todas las facilidades para extenderse aunque, la verdad, no fue tanto como se suele decir porque apenas si unos cuantos entendieron realmente el marxismo o tuvieron la estulticia de pasar de colonos a alienados. Porque, finalmente, de eso se trata ya que fueron muy pocos y por eso mismo desconocidos u opacados, los que recogieron las necesidades y esperanzas de los latinoamericanos en general de ser efectivamente libres y no pasar de un dominio a otro, de un culto a otro encubierto; de la sartén al fuego, como dice el dicho.
La alienación ha hecho tanto o más daño que el colonialismo y todavía no se ha intentado un inventario para saber cuántas de nuestras desgracias se las debemos a la derecha y cuántas a la izquierda pues la cuestión no es haber leído 2 o 20000 libros sino haber entendido al menos uno. Y ya les hemos referido cómo, en pleno auge de la extinta UDP, los "marxistas" le hicieron decir a ese sujeto desde: no contaron con mi astucia, hasta: ahora es cuando matador.
Por lo demás, mucha de nuestra historia, de nuestras tradiciones, de nuestras leyendas y utopías no sólo que no han sido recogidas por los ideólogos sino que se han descartado por no estar de acuerdo con la historia o con la moda o con el aspirante a dominador de turno.
Quizá haya quienes se planteen la cuestión como: ¿qué es mejor, o peor, el colonialismo o la alienación? Y la respuesta que mayoritariamente pueden esperar entre quienes piensan en estas tierras del sur, es que: ninguna; que luchamos por la autenticidad porque es la única manera de ser libres.
Ergo, todavía el hombre está por hacerse.
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