Por ignorancia o a sabiendas, algunos "comunicadores sociales" han organizado un encuentro para tratar sobre "el poder de los medios" en tiempos de elecciones.
Una majadería como esa defensa que se hace de una supuesta libertad de imprenta o de expresión y que es muy relativa, no sólo por la propia autocensura sino, principalmente, por la forma cómo se manejan los medios de comunicación y que se ha denunciado reiteradas veces, aunque las denuncias poco llegaran a las páginas o espacios denunciados. Y no es que estemos o no a favor de la libertad sino que si cerramos los ojos a la realidad contribuimos al engaño.
Lo que habría que discutir es cuánto de la torta electorera va a ir a los propietarios de los medios pues para nadie es desconocido que, especialmente, en la televisión los tiempos se cotizan como el oro en tiempos de bonanza. Los que trabajan en esos medios no son sino intermediarios del negocio porque tampoco existen las oportunidades como para cuestionar a los candidatos y hacerles ver como lo que son: nada. Ya en México, para citar un ejemplo concreto, ha sido evidente cómo los medios imponen quien debe ser entrevistado y quien ignorado y hasta vilipendiado; lo mismo ocurre entre nosotros aunque las cosas no lleguen a los extremos porque, paralelamente, se están también perdiendo los verdaderos periodistas, los informados y cultos y no los improvisados que hoy pululan y que ni el lenguaje manejan bien.
Y, si hablamos de la torta electorera, en la batalla están entrando, como era de esperar, también los sindicatos y los que fungen de dirigentes, aunque se tengan que tragar lo que venían diciendo hasta hace poco, como en el caso de algunos fabriles de Cochabamba; para ellos la parte de la torta que reclaman está en las listas de candidatos, que no sepan de la misa la media no importa; porque hay otros competidores en los "movimientos sociales", que se han convertido en otros sectarios, o los provenientes de las alianzas o conchabamientos necesarios para ampliar la posibilidad de voto o, incluso, de los que quieren o necesitan ser reelegidos, por muy mediocre o peor que haya sido su actuación en las filas del oficialismo o la oposición.
Hay pues muchos que quieren disputar parte de la torta electorera que, como se puede ver, nada tiene que ver ni con la democracia, el pueblo, el sentido común o los que quieren aparecer como periodistas y no lo son.
Y, como tenemos una democracia de mercado, no es raro porque si aparecen críticas a este mercadeo con seguridad que no será en los medios tradicionales porque no pueden sabotearse a sí mismos.
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