Conchabar, quiere decir, unir cosas de ínfimo valor, asociarse para fines sospechosos o tomar un sirviente a sueldo; pues. esta es una actividad típica de la democracia de mercado, donde suelen reunirse con bombas y platillos no sólo los que usan corbata y poncho sino también los que hasta ayer estaban mordiéndose o arrojando espuma por la boca, en contra del otro.
Dizque, en política todo es posible; claro que restándole a la política toda implicación moral o de ciencia o, incluso de arte; pero como no es más que la definición que los sinvergüenzas han hecho de esa conducta y conocimiento ciudadano, concluimos que de lo que hablan es de la politiquería.
Y no otra cosa significar conchabarse. Dos nulidades juntas no pueden hacer algo inteligente ni útil, siguen siendo nimiedades, por mucho que contraten todo un aparato propagandístico que los haga aparecer como redentores, sacrificados líderes que dan la otra mejilla o pundonorosos hombres que saben perdonar. Hace ya décadas que también, en la politiquería, se habla del puñal bajo el poncho, que es la manera cómo algunos calificaron la actitud de algunos campesinos que se acercaron a los "señoritos" para ofrecerles compañía o solidaridad y luego les abandonaron; claro que también se podría hablar del puñal bajo la levita, la toga o la capa militar; pero el puñal es eso: un puñal.
Bolívar, luego de procurar la "fusión de razas", que era la manera que él veía para forjar la nación latinoamericana o la patria grande, ya en la declinación y el abandono, se condolía de lo que había arado en el mar, de lo mucho que había dado y lo poco que fue correspondido con unas disenciones y disputas que no sólo eran mezquinas sino intrascendentes y que por poco hacen fracasar la labor de la independencia al sur del río Bravo y postergaron la integración indefinidamente.
Fueron, precisamente, esos aconchabamientos o conchabamientos lo que casi dan al traste la labor de los libertadores, donde no sólo hay que incluir a Bolívar, Sucre o San Martín sino también a esos muchísimos anónimos o sacrificados héroes que regaron con su sangre y esfuerzo nuestras tierras y donde no es posible distinguir quien llevaba qué o cómo estaba vestido porque los ideales barrieron con las discriminaciones.
Pero hay que lamentar que, a casi dos centenas de años de nuestra independencia, no sólo continúen las pequeñas disputas sino que sea el aconchabamiento que caracterice la "democracia".
Y ahí están los candidatos demostrándonos que no hemos cambiado ni queremos cambiar.
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