De un tiempo a esta parte, en Cochabamba se han dado varios ataques de animales a granjas o poblados donde las víctimas no sólo han sido ovejas sino también gallinas, patos, conejos que presentaban algunas dudas sobre el tipo de atacante y hasta hay algunos que hablan del "chupacabras" ya que los corderos aparecieron sin el corazón y, curiosamente, sin muestras de hemorragia.
En la provincia de Sacaba también se dieron estos ataques hasta que se pudo matar un gato montés que estaba atacando una granja con gran mortandad. Ahora resulta que el sujeto va ser sometido a un proceso penal por la muerte del felino menor. Aunque hay varios argumentos morales y legales para no sólo excluir el proceso sino rechazarlo por simple sentido común; lo que está pasando es que, a caballo de las instrucciones de la derecha y el salario de la izquierda, hemos entrado en un proceso de aparente defensa de derechos naturales, jurídicos o inventados que ya llama a la preocupación.
Está bien defender las especies en extinción y protegerlas; pero cuando uno las encuentra en su propia casa y atacando, la defensa no sólo es lógica sino natural y, por tanto, legal. Otra cosa fuera que alguna persona salga de cacería expresamente para matar especies en extinción o protegidas; aunque todos sabemos que el dinero puede permitirlo y no son raros los casos donde los que tienen no encuentran obstáculo alguno para seguir sus instintos; basta ver las páginas de los diarios.
Lo que pasa es que, muchas veces, se defiende más el salario o la estulticia como cuando, en lugar de sólo proteger se fomenta, por ejemplo, las perversiones sexuales y se quiere hacer común, algo que afecta a minorías y que, por muy pocas que fueran, si bien merecen respeto y consideración, no puede tratar de generalizarse para la especie.
Si el Ministerio Público, según la versión oficial, inicia el proceso contra el campesino defensor de su propiedad y sus animales, no será más que el resultado de la crisis que actualmente enfrenta la justicia en general en Bolivia; pero debe llamar la atención que se quiera hacer de la estupidez una práctica común so pretexto de la defensa de los derechos que, además, casi nunca se los enseña o promueve al lado de los deberes que, implícita y explícitamente, están señalados en los instrumentos jurídicos y morales que hacen a la sociedad.
Una cosa son los derechos; otra muy distinta la estulticia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario