Un tema pendiente entre los bolivianos y latinoamericanos, es el de la revisión de la historia; no sólo porque la escribieron los vencedores sino porque no refleja fielmente lo ocurrido en nuestras tierras y todas sus implicaciones.
Y, dentro de esta revisión, hay que analizar lo acontecido en Oruro, el 10 de febrero de 1781, para situar en su debida proyección y trascendencia la actitud encabezada por Pagador, muy bien secundada por Rodriguez, otros criollos y campesinos. Todos, indígenas y mestizos.
Una revisión que puede llevarnos a otras y a aclarar aquello del primer grito libertario, los caudillos verdaderos, los héroes desconocidos y el nacimiento de una nueva nación que, pese a su presencia continua, se niegan muchos a reconocerla. No con el afán de defenestrar a unos y glorificar a otros sino, simplemente, de conocernos mejor. Porque las interpretaciones que hasta ahora se han dado, desde la racial hasta la marxista, pecan no sólo de insuficientes sino de inconvenientes porque el pasado y la realidad latinoamericana nunca fueron similares ni comparables con la europea; por lo tanto, tiene que haber otros instrumentos de percepción y ponderación que, hasta ahora, no se han dado sino muy sutil y esporádicamente.
Todavía estamos esperando nuestros propios historiadores aunque las fuentes orales se van perdiendo y es poco lo que se puede consultar de lo escrito; a no ser, que exista una recopilación aún no conocida que pueda interpretarse correctamente.
En la América Latina hemos pecado demasiado de imitación; no únicamente en la interpretación de los hechos sino también de la realidad. El marxismo, por ejemplo, ha sido tan o más negativo que el liberalismo no sólo porque impone dogmáticamente una posición, supuestamente, anti, pero, en lo fundamental, hace lo mismo que critica, es decir, aliena.
Esta revisión nos llevaría pues a reconocer que nos hemos equivocado en muchas cosas; desde la interpretación de la historia, hasta la proyección que le queremos dar, o contribuir a darle, a la humanidad en el planeta.
Empezar a dilucidar el episodio histórico del 10 de febrero de 1781, puede ser la piedra fundamental de una visión renovada y verazmente libertaria, que contribuya no sólo al reconocimiento de esa nueva identidad que pugna por ser definitiva sino a la elaboración de otras teorías o utopías que expresen mejor al género humano.
¡Salud Oruro!
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