lunes, 17 de febrero de 2014

¿DÓNDE EMPIEZA?

Muchas veces es necesario preguntarse dónde empieza la dependencia, después de oír o leer que algunos partidos o personas piden esto o lo otro de los foráneos.
La caída de Constantinopla, del Imperio Inca, de la ex URSS y de muchos más episodios de la historia de la humanidad, nos muestran que se puede jugar al bando contrario o, cuando hay espíritu de libertad, de lucha, es difícil ceder o perder; ahí está el ejemplo de Masadá o Boquerón; pero cuando hay elementos que prefieren ser cerdo satisfecho que hombre desgraciado, entonces, empiezan las dudas sobre dónde empieza el alma de esclavos.
Varias veces los politiqueros bolivianos nos han hablado que sería mejor asociarse a EEUU o convertirse en satélite de los fracasados soviet; pero nunca han tomado en cuenta que fue precisamente el espíritu de independencia, de libertad, de autenticidad, que produjo el 6 de agosto de 1825 que varias veces estuvo en posibilidades de fracasar porque habían quienes veían mejor asociarnos a este o el otro. Lo dijo el mismo Libertador: Los altoperuanos sólo quieren ser de sí mismos, lo que dio nacimiento a la república fuera de los intereses que se manejaban por logias u oligarquías.
Y es una pena que cuando algunos problemas aprietan, salgan estos proclives a la dependencia, a la esclavitud, a la simple y pura imitación, que nos quieren hacer iguales a fulanos o zutanos o parecidos a perenganos; sea la ideología que manejen como pretexto. Pero la nación, aunque no se quiera creer, está todavía por hacerse, por definirse y no la vamos a conseguir con imitaciones baratas o con el alma de esclavos sino atreviéndonos a osar, como decía Tamayo, a perseverar en ser auténticos.
Y no es que uno quiera desconocer el ambiente de interdependencia del mundo actual sino precisamente por ello hay que ir más allá; soñar  o pedir lo imposible, como decían en París, porque, de otro modo, la alternativa es desgraciada pues habría que optar por la riqueza de los pocos o la pobreza y miseria de las mayorías y ninguna de esas opciones nos lleva al camino de la evolución sino de la involución.
Pero, volviendo a la pregunta, ¿dónde empieza la necesidad de dependencia? ¿De esa alma de esclavos? Puede decirse sin dudar mucho que en la propia inseguridad, en la falta de identidad, en la debilidad del  yo. Por eso es que o nos asombramos con ciudades extranjeras o queremos algún "hermano mayor" que nos lleve de la mano. Y mucha de esa inseguridad, de esa debilidad, está en la falta de información y conocimiento, de cultura. Infelizmente.

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