miércoles, 26 de febrero de 2014

LA JUSTICIA

Como alguna vez dijimos, la justicia no sólo depende de la administración de las leyes sino también de las políticas gubernamentales.
Y es uno de los temas pendientes de la humanidad. Desde la persistencia de Guantánamo, hasta la "doctrina de seguridad nacional", hay un amplísimo abanico donde hay que incluir los luchas "tribales" en el África, las invasiones como las de Irak o Afganistan, los organismos de "seguridad" como la DINA en Chile o el "control político" en Bolivia, los esbirros de "Papa Doc", la situación de los emigrantes latinos a USA y Europa y un largo etcétera que cada quien puede añadir a su gusto y sabor sin que, por ello, se aleje de la verdad.
Y dentro de este ambiente de inseguridad libremente consentido y ejecutado, hay que añadir la manipulación de los "medios", el uso de la diplomacia del "big stick", la "dollar diplomacy" y hasta los "progroms" o purgas que se desatan abierta o disimuladamente.
Tan es así que la televisión ha hecho famosos algunos programas que, aunque de mal gusto y hasta vulgares, denuncian esta ausencia de la justicia en el mundo y entre ellos hay que mencionar el de "Laura" o "Caso Cerrado", además de muchos otros que también han llegado al cine, no por la forma ecuánime o eficiente en que actúa la justicia sino por lo contrario.
Ni para qué hablar de las estadísticas que nos muestran cómo la riqueza se concentra en pocas manos, mientras la pobreza sigue creciendo, a la par de la inseguridad porque la avaricia no únicamente abarca los campos legales o morales de explotación sino también los criminales, como el narcotráfico, la prostitución, la trata de blancas, el lavado de dinero, el secuestro, la especulación o el ocultamiento, que suelen ser los más rentables o tanto como el manejo de algunas disciplinas deportivas como el fútbol, el basquetbol o el juego en general, con características de transnacionales.
Aunque mucho tienen que ver en este ambiente los jueces, fiscales y abogados, hay que aceptar que depende también de muchos gobiernos y hasta de la propia opinión pública que, las más de las veces, no es tal sino una simple impostura que se maneja a sabor y conveniencia de los que tienen la sartén por el mango.
Y, otra vez, hay que criticar el papel de omisión o de complicidad de las universidades que ni siquiera un buen diagnóstico han podido elaborar y se limitan a algunas señalizaciones donde, curiosamente, no se incluyen por mucho que el dedo acusador las está apuntando.
Y la realidad nos enseña que si alguna catástrofe amenaza al planeta, no es por el calentamiento, la contaminación o la actividad solar sino la corrupción, la inmoralidad y la impunidad de unos pocos en desmedro de los más; o sea eso que conocemos como iniquidad o injusticia.

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