Cuando hablamos de la guerra siempre la asociamos a la invasión armada, la matanza de civiles o militares; pero rara vez nos fijamos que algunos factores de la economía o la politiquería también se usan como componentes del arsenal bélico.
Y no es que haya ocurrido alguna vez sino, más bien, ha sido casi constante; por eso es que los "embajadores" del norte en el sur, tenían casi residencia en los palacios de gobiernos civiles o militares, tiránicos o "democráticos" que, además, estaban sujetos a los vaivenes del manejo de la "macroeconomía", el mercado, la paridad cambiaria, la tecnología o, últimamente, el recetismo del FMI y el BM.
Cuando se trató de desestabilizar el gobierno de Goulart, en el Brasil, no se usó a los soldados y los tanques sino a la "economía"; lo mismo le pasó a Perón en la Argentina y a muchos otros mandatarios latinoamericanos que vieron agotados sus regímenes porque ya no valían dentro de la política hegemónica del norte y había que cambiar las fichas por otras más serviles o corruptas.
Lo mismo está sucediendo ahora con algunas economías de América del Sur que, pese a los factores favorables de los precios de las materias primas, la devaluación e inestabilidad del dólar o la insurgencia de otras naciones, no pueden no solo restablecer la equidad social sino que los mercados de consumo no responden a las medidas gubernamentales y se los maneja subterráneamente.
Y, aunque no creamos o no quisiéramos, siempre existen personas ambiciosas y avariciosas que lo único que buscan es el lucro y, por tanto, o son las marionetas que la conspiración usa o los tontos útiles de las maquinaciones del materialismo. Por lo demás, la "libertad de prensa" suele usarse también como instrumento para informar sobre aumentos o pérdidas que no responden sino a esas mismas maniobras.
No es pues raro que, otra vez, el FMI y el BM se estén alzando o queriendo levantar a través de anuncios de malas o buenas noticias, amenazas o felicitaciones a gobiernos a los que quieren manipular por el halago o la condena.
Lo peor es que nuestros "analistas" parecen más bien buitres y no se dan cuenta, o no quieren hacerlo, que dentro del arsenal de la hegemonía bélica internacional tanto vale un fusil o una bomba como una devaluación o la especulación en el mercado.
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