Pocos Estados son capaces de separar y definir bien cuál es su política interna y cuál la internacional; en los países dependientes en realidad no hay ninguna separación pues la una es seguidilla de la otra; pero en los que se consideran a sí mismos como potencias, la política interna depende mucho de la fuerza de su política exterior.
Hace ya bastante tiempo, casi desde la década de los noventa del anterior siglo, EEUU tiene graves problemas internos; no sólo que su situación es cada vez más precaria por la crisis económica, el aumento de la pobreza y la discriminación sino que tiene terrorismo interno que, las más de las veces, se trata de esconder y poner bajo la alfombra.
Pero desde los atentados con bombas hasta los episodios de supuestos "locos" que salen a las calles o entran en los colegios para matar indiscriminadamente, hay un amplio abanico donde caben, incluso, las conspiraciones que develan una lucha por el poder de ese país que muy pocos saben dónde se asienta y quiénes lo manejan; aunque existen serias sospechas de oligarquías o criptocracias que cada vez que se ven en riesgo de ser descubiertas recurren a la denuncia del terrorismo internacional para acallar sus propios problemas.
Lo que estaba por suceder con Siria no era más que una de estas jugadas habituales, es decir, llevar al exterior los problemas y, de paso, hacer negocios que siempre son rentables cuando de vender bombas se trata o de reconstruir lo destruido, como ha sucedido ya en Irak o Afganistan, donde antes de las respectivas invasiones ya se habían firmado los contratos de la reconstrucción. Aunque no sabemos si la desesperación llevará o no a Obama a continuar con su programas bélico, lo cierto es que los problemas internos no dejan de ser cada vez más perceptibles y graves. Para muestra basta un ejemplo: El colapso de su industria automotriz que, en cierto modo, ha llevado a la quiebra de todo un Estado.
Si la situación ya no permite que EEUU traslade al exterior sus problemas, entonces, estamos ante la evidente declinación del imperio del dólar y la fuerza; pero no es eso lo que más preocupa al mundo en general sino qué puede suceder después, si el caos o la ganancia de pescadores. Porque, hasta el momento, no se percibe una corriente ideológica que sea capaz de llenar ese cráter que las bombas de un supuesto enfrentamiento ideológico han dejado; pero que no es más que el resultado del fracaso imperial y del materialismo.
Y puede haber más: La intervención de terceros inesperados.
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