martes, 10 de septiembre de 2013

ESTADO LAICO

Cuando ya tenía un tema para comentar, David, desde Alemania, me hace conocer las reglas de la república laica de Francia que, como en otras partes del mundo, parte de una confusión.
Porque el Estado, la república, el bien común, siempre son laicos por mucho que tengan gobiernos teocráticos o religiosos y, aunque parece sobreentendido no es necesario, o más bien lleva a la confusión, decir que tal o cual cosa es laica.
Si bien en la escuela, lo mismo que en cualquier otro sitio, el ambiente debe ser de tolerancia y aceptación a las creencias, a la filosofía y hasta a las pasiones; no deja de llamar la atención que mientras se prohibe la identidad religiosa y, por lo tanto, llevar algún signo o simbolo de tal, se pide tolerancia extrema ante las perversiones sexuales que, como siempre han existido, también se han respetado; pero de ahí a hacer propaganda de ellas o darlas como naturales u opciones, dista un mundo.
Lo mismo habría que pensar que cuando se habla de profesores "neutrales", se puede inferir que el ateísmo es preferible. Y no es así porque el hombre en su búsqueda de trascedencia, de inmortalidad, se hace religioso por mucho que no crea en un dios antropomorfo o así o asá; la religiosidad, por tanto, es inherente al hombre, tanto que los mismos seudoateos, como Buñuel, lo expresaban claramente al decir: "Gracias a
Dios soy ateo", que más que una excusa ante la falta de una religiosidad "militante", como se suele decir, es una práctica hasta entre los más renegados materialistas de la derecha o de la izquierda.
Un Estado, es decir, la conjunción de territorio, población y leyes, o una república, o sea la res pública, lo que es de todos o una nación, el conjunto de similitudes en idioma, costumbres y cultura, tienen necesidad de la religión tanto como la tienen de valores; porque la filosofía ha resultado más bien incapaz o reducida para la creación y uso de esos valores que son imprescindible para vivir en sociedad, para perpetuar la especie o preservar la raza o la cultura y es peor todavía cuando los medios de comunicación pueden preocuparse de todo pero desconocen la filosofía, la moral, la ética.
Que todos los hombres de la tierra seamos libres de elegir en lo que creemos o en lo que fundamos nuestras esperanzas de trascendencia; no implica, no debe implicar, que pongan reglas a la religión porque, hasta ahora, sólo ella ha sido capaz de sugerir, aunque no lo haya conseguido, un derrotero al porvenir dentro de la moral y las buenas costumbres.
Hasta ahora, tanto la revolución francesa o la rusa o algunas otras, han fracasado porque han tratado de sustituir la religión con el culto a la personalidad y por eso, tal vez, ahora hay una nueva bonanza de la filosofía de Nietzsche y un entierro cada vez más perceptible de la de Marx o Engels.

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