Nuevamente volvemos sobre lo que se entiende por Estado y lo que se confunde por tal. En este momento, los EEUU amenazan invadir otro país por "razones de Estado", que no es sino el sofisma que los grupos de poder monetario utilizan para hacerse de capital y continuar su campaña de explotación del mundo.
En el Brasil, la revista Veja, trata de vender su desinformación con titulares como que el Embajador boliviano sería el representante de un "narcoestado"; aunque basta saber de la calidad y conducta de ese medio para no atender sus calumnias, lo que más duele es la ignorancia de sus redactores que confunden gobierno con Estado o sectores de gobierno y calumnian a todos los bolivianos, si entendemos la definición etimológica, histórica y filosófica de lo que es el Estado.
Pero independientemente de estas dos situaciones lo que hay que analizar es el manejo de la información; o, más bien, de la desinformación que es lo que domina el mundo por doquier, desde la constatación del uso de armas químicas, sin preguntarse por los proveedores y monopolizadores de esa industria, hasta la venta de la píldora del día después que no es más que el resultado del negocio del sexo que se practica por encima de principios morales o éticos y donde hasta los más ultradefensores de esto o aquello caen en las redes. Verbigracia : se habla mucho de la dignidad de la mujer, de sus derechos, de su delicadeza; pero a la hora de comprar o de seguir la moda, se hace de la vista gorda con toda esa propaganda sexista que predomina en el mercado y donde ella sigue siendo objeto de venta simplemente; no otra cosa significa que venda desde raticidas hasta llantas, pasando por consoladores, fetiches o "juguetes".
Aunque la propaganda misma nos hace consentir, o más bien creer, que vivimos la era de la información, de la tecnología o de la ciencia; mientras se siga confundiendo el Estado con grupos de poder o la información con la desinformación, la percepción del mundo en cuanto a su propia realidad está cuestionada.
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