Una muestra más de cómo en el mundo se manejan sofismas como verdades, es el discurso del representante de Irán en la ONU, que ha tenido que cambiar su posición de poner en duda el holocausto judío, porque la "verdad" dice que nadie puede cuestionar el caso.
Lo mismo les ha sucedido a otros, incluso, un obispo que tuvo que desandar lo andado cuando le impusieron el fato. Y no es que se quiera desconocer tal o cual hecho sino que se maneja convenientemente la historia; porque así como se dice que 5 millones de personas, no todos judíos, fueron eliminados en los campos de concentración; se mantiene el velo sobre los más de 40 millones de personas que murieron para imponer el bolchevismo o estalinismo en lo que fuera la URSS, aliada de EEUU en la segunda guerra, o la masacre con todos sus horrores que significó la invasión a la América, por parte, de los españoles y otros, donde las poblaciones se redujeron dramáticamente no sólo por los arcabuces sino también por las enfermedades, los perros que se usaron como instrumentos de guerra o el saqueo de los abastecimientos de alimentos.
Otra faceta de estas "verdades" es esa doble moral con que se maneja la diplomacia internacional donde se hace aspavientos sobre la posibilidad que tal o cual régimen tenga o no armas químicas, nucleares o lo que fuese, y nada se dice sobre los ya existentes o sobre el monopolio de la fabricación de las mismas. Mientras se maneja como excusa para la invasión de Irán a las informaciones del arsenal israelí, generalmente, se echan velos de humo sobre esa realidad.
Lo mismo se hace en cuanto a la "explosión demográfica", que no es sino una de las caras del maltusianismo
imperante; si revisamos las expectativas del crecimiento de la población en el mundo, en diferentes decenios del siglo anterior o el presente, resulta que las "previsiones" o no fueron exactas o resultaron unos fraudes "científicos" de escándalo. Pero, igual, sirvieron para imponer controles de la natalidad, de la migración o para vender preservativos o anovulatorios como tostado o coca cola.
Pero donde mayor desastre se produce cuando se impone una de estas "verdades" que no son más que mentiras disfrazadas y convenientemente aderezadas, es cuando se habla de desarrollo y se cataloga el mundo de acuerdo a los caprichos de moda. Si ayer fue la alfabetización, hoy puede ser el PIB o el índice de desarrollo humano o el consumo de cannabis; todo depende de quien quiere imponer su verdad dentro de un entorno donde lo que más se desvirtúa es el manejo correcto del lenguaje.
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