La otra noche, en un programa de "anoticiando" de ATB, y cuando se habló de las cooperativas telefónicas, el comunicador que daba el reporte desde Cochabamba, presentó a la cooperativa telefónica local como una ficción. Pues, según él, goza de todo prestigio y calidad.
Se le "olvidó" que actualmente funciona con sólo parte de su estructura institucionalizada, que su sistema de banda ancha es deficiente, que hay sospechas de un negociado en la compra de de acciones de lo que fuera ELFEC, a través de una empresa fantasma, y que las últimas elecciones efectuadas han sido anuladas por una serie de deficientes que van desde la doble participación hasta la ausencia de muchos socios.
No hay pues razones para echarle flores a la cooperativa telefónica porque, incluso, hace unos años, tuvo un serio impasse con el Sindicato de Trabajadores de la Prensa, por la forma cómo hacía sus contratos con varios periodistas y aficionados.
Aun suponiendo la candidez del reportero la sospecha de que también la información se maneja como propaganda, es una constante de la que no salen los "medios"; ya que uno nunca sabe medios o mitades de qué son, si de información, desinformación, venta o de crónica roja.
Lo que nos lleva a reiterar que falta mucho para que exista en el mundo libertad de información, de expresión y todo ese barullo que se hace cuando alguien trata de restringir todavía más lo poco que se tiene para que la gente permanezca no sólo informada sino también de acuerdo a la verdad.
Lo que viene sucediendo en cuanto a la invasión de Siria es un buen ejemplo para cuestionar la información mundial; muchos prefieren copiar lo que otros dicen o emiten como su verdad; pero no hay casi nadie que acuda a fuentes menos ortodoxas que los propios medios para informar sobre la guerra en general, sobre la conducta de los gobiernos oligárquicos norteamericanos, sobre los negocios del mundo, sobre el mercado y la producción de armas químicas o bacteriológicas y sobre la hegemonía del materialismo en el planeta.
Lo malo es eso: que los males de la tierra se copian entre nuestros "periodistos" o, incluso, entre quienes siguen determinados programas y sin que tengan el derecho a réplica porque, a veces, ni se dan cuenta que se los están "fumando en cullupipa", como se dice en algunos lugares.
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