miércoles, 1 de mayo de 2013

DÍA DEL TRABAJADOR

En todo el mundo se recuerda hoy la masacre de Chicago y la instauración del día del trabajador y, en consecuencia, la vigencia del sindicato.
Lo que nos lleva a recordar que en este país, hasta 1952, era todo un riesgo asumir funciones sindicales pues no sólo se podía perder el empleo sino la vida misma; hay muchos dirigentes que desaparecieron en las heladas aguas del Titicaca o en las cárceles donde se reprimía la reivindicación de los derechos laborales elementales y, de entre los sobrevivientes, pocos han sido los que aparecieron en el nacimiento de la "gloriosa central obrera boliviana" que nació desde arriba y, curiosamente, del maridaje más absurdo entre una "dirigencia sindical" trotskista y un gobierno entregado a la dependencia del Departamento de Estado que fue la cuna de la "revolución nacional". No por nada los primeros vigilantes de los campos de concentración fueron los "milicianos" que se componía particularmente de mineros.
El sindicalismo ya no es pues ni la sombra de lo que fue pues, como dice un escritor argentino, "la idea es que los dirigentes sindicales son, antes que representantes genuinos de los obreros, una casta que sólo defiende sus intereses"; algo que se puede comprobar en la historia del "movimiento sindical" de ayer y de ahora no únicamente por la libre disponibilidad del cobro obligatorio de cuotas a los que son y no son del sindicato, sino por las diversas formas en que han intervenido en ese ambiente de corrupción prevaleciente como requisito de la pendulación entre derechas e izquierdas, militares y civiles o tiranías y democracias de mercado.
Como dicen los demagogos, no hay nada que celebrar; no porque no se conceda esto o aquello sino porque se ha perdido la esencia misma de la lucha sindical; a tal punto que la COB es hoy un partido más de la politiquería nacional.

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