Hoy es el Día del Periodista en Bolivia y, aunque no se quiera, es preciso hacer una análisis de quienes se dedican a esta labor. Lo primero que hay que repetir, es lo que dijera una connotada mujer del gremio que afirmaba: "el periodista, culto, informado, es una especie en extinción". Porque el periodismo sigue siendo una afición, oficio o profesión que, independientemente de los títulos, se ejerce con idoneidad o no y de acuerdo a las propias convicciones. Dizque, el periodista no debe ser político; pero hay muchos que pensamos que es lo contrario: debe serlo, para tener una visión más o menos definida de las cosas y para oponerse seriamente a la politiquería. Pero de ser político a ser politiquero o pegado (o pagado) a determinado régimen es poco aconsejable; se puede tener simpatías, eso sí; pero no llegar a la obsecuencia; se puede estar en la oposición; pero no llegar a la intransigencia. Infelizmente, muchas de estas cosas pasan por los medios que, por lo demás, están controlados por empresarios o comerciantes, en la mayoría de los casos, y sólo excepcionalmente existe alguno dedicado exclusivamente al oficio de informar, orientar y educar.
La creación de carreras de Comunicación, no ha sido lo mejor para jerarquizar el periodismo y hasta, quizá, el remedio ha resultado peor que la enfermedad; pues vemos cómo hay una suerte de invasión de la mediocridad, de la vulgaridad, de la falta de respeto, especialmente, en los medios audiovisuales o la radio, donde ya no es raro encontrar atrevidos que sin más arma que su propio ego, fungen de periodistas con resultados altamente lamentables.
La mejor manera de rendir homenaje a cualquier evento o institución, es haciendo una autoreflexión, autocrítica e, infelizmente, es lo que menos se hace porque se cree que es una forma de menospreciar la misma actividad; cosa que no es cierto porque nada mejor que un individuo que sepa sus deficiencias, sus virtudes y el entorno en que vive.
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