miércoles, 22 de mayo de 2013

LA AUTOSUGESTIÓN

La autosugestión suele jugarnos grandes frustraciones. En ella han caído reyes y emperadores que pensaban que era irreemplazables o artistas que se creyeron divinos. No es pues raro lo que está sucediendo actualmente, cuando la autosugestión nos está llevando por caminos errados que no son los más convenientes para el pueblo en general.
Que el Tribunal Constitucional haya fallado -en la concepción de error- que la reelección es legal, es una cosa; pero que se quiera convencer a la ciudadanía que así es; es otra. Porque lo primero que se resiente no es sólo la verdad sino el respeto a la inteligencia del prójimo; no nos vamos a desgarrar las vestiduras por lo que se ha repetido; pero tampoco vamos a sacramentar la falsedad.
Pero no sólo el Gobierno incurre en autosugestión, particularmente de labios del vice sino también la COB, la enterradora del sindicalismo que, convertida en partido, pretende agudizar eso que ha puesto en entredicho a la mayoría de los sindicatos del mundo: el privilegio de unos cuantos; como dice el dicho popular: el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo, que es lo que mejor se aplica cuando se habla de esa perversión del sindicalismo y la agremiación.
Claro que también hay ejemplos en el exterior; ahí está Piñera que está completamente autosugestionado con que el territorio boliviano es suyo y que la oligarquía a la que pertenece no ha violado el Tratado de 1904; también, en España, un ex presidente -Aznar- cree que podría ser la solución a la crisis actual, olvidándose que él contribuyó a su formación y fermentación o, en el Norte, un actor -Penn- se ha autosugestionado con que es encomendero y cree que puede atentar impunemente contra cualquier Estado.
Pero eso no quiere decir que la autosugestión sea buena; no, es mala y pésima consejera porque nos sustrae de la realidad, de la verdad, de la integridad.

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