La majadería de la denominada oposición es cada vez más aguda; hoy resulta que acaban de descubrir que la Constitución Política del Estado necesita modificaciones y enmiendas pues es contradictoria y no muy clara. Aunque tarde; pero lo descubrieron por mucho que casi todos ellos fueron parte no sólo de la Asamblea que la concibió sino de las sesiones de congreso que la aprobaron.
Lo malo de la politiquería es esto: se toman las cosas cuando convienen y se protesta contra ellas cuando no; no importa qué diga el sentido común, el bien común, la inteligencia, la razón, la lógica o la moral. No hay ni preparación suficiente ni información eficiente para cumplir un compromiso político que va más allá del disfrute de tal o cual presupuesto, de tales o cuales ventajas, de estas o aquellas ideologías. Y si algo tiene de peor la oposición es que sólo agranda las mismas deficiencias del oficialismo.
Que la actual Constitución es contradictoria, ambigua, confusa y demasiado extensa, es algo que percibimos muchos desde que se discutía sus borradores; pero no es lo único o fundamental sino que tiene una visión liberal que es completamente contradictoria a la nostalgia, la demagogia o la teoría socialista, llámese marxista o de cualquier otra calaña y, por eso mismo, no interpreta lo que es, lo que quiere ser el pueblo boliviano que, en primer lugar, no es plurinacional como se autotitula sino mestiza a secas; tanto, que es innecesario hacerla más perceptible por no caer en la discriminación absurda. De otro lado, que corresponde al papel de títeres izquierdistas de la derecha, es otra de las verdades que mucho se niegan a aceptar pero que está ahí, a la espera que los nuevos colones la descubran, como hoy se dice, echándose ceniza en la cara, que es como es; como colaboraron a que sea.
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