Cada cierto tiempo el mundo necesita de nuevos ídolos y, entonces, siempre hay alguien que está dispuesto a brindarlos para distraer las cosas.
Así surge la moda y, con ella, la posición de entidades individuales o colectivas que, supuestamente, son referentes.
Así se ha hecho del alfabeto, para citar lo más general, un tótem que, teóricamente, resume la cultura de un pueblo; pero si analizamos la historia sin anteojeras, podríamos llegar a la conclusión que, a falta de letras, el relato se ha encargado de mantener vivas las leyendas, la historia, la mitología, como sucede en muchísimos de nuestros pueblos que no por analfabetas son incultos.
Entre los tótem de la "modernidad" está, sin duda alguna, la prensa. Una institución que nació a expensas de la invención de la imprenta y que si bien contribuyó a la cultura, la ciencia, la libertad, tampoco se puede hacer de la vista gorda sobre su manipulación por intereses de unos cuantos. Por eso es que se puede creer al actual presidente del Ecuador, cuando dice que su régimen sufre un linchamiento mediático que no sólo se ha denunciado ahí sino también en la Argentina, en Venezuela, en Bolivia, como parte de la teoría de la libre expresión; aunque nada tenga que ver con ella.
Lo malo de la manipulación de la libertad de expresión o de la libertad en general, es que nos lleva al prejuicio porque ya no juzgamos las cosas de acuerdo a la razón sino al sofisma o la mentira cínica. Y para poner unos pocos ejemplos ahí está el caso de un actor de cine que quiere convencer a todos que su amigo judío está por encima de la ley, del gobierno y de la sospecha; o la cuestión de la recuperación de una industria cementera en Chuquisaca que, vendida a precio de gallina muerta por enfermedad, se quiere recuperar como si de la gallina de los huevos de oro se tratara o, también, las diferentes interpretaciones que se da a la salida de un organismo, teóricamente, dedicado al control del narcotráfico y que, desde hace muchas décadas, se asentó en el país sin que el delito se haya resentido sino, por el contrario, haya crecido desde la venta libre en mesitas y dominicalmente y a la vista de todos, hasta la incorporación de las mafias internacionales; aunque no se quiera admitir.
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