Lo bueno que tienen nuestros pueblos es su sentido del humor. Así como hace muchísimo tiempo se dice socarronamente que el poder es como el violín, se toma con la izquierda y se toca con la derecha, así también la carcajada es franca, cuando alguien sale con un chiste en momentos de convulsión social. Es lo que ocurrió ayer, cuando algunos trotskistas anunciaron tener la fórmula para que todos los trabajadores se jubilen con el cien por ciento de sus sueldos. Infelizmente, la espontánea carcajada y el tener que agarrarnos de la barriga de tanta risa, nos impidió saber cuál es esa fórmula, si es que la han descubierto o ha quedado como secreto de Estado.
Dentro de la tragicomedia de nuestras vidas, en muchísimas de las naciones tildadas como subdesarrolladas, por no decir dependientes, el humor ha sustituido casi siempre al gran dolor de ver desgarrarse nuestras ideas, nuestras aspiraciones, nuestros sueños y, para comprobarlo, nada mejor que leer la obra de "Dichos y hechos del General Melgarejo", para comprender esta realidad aunque algunos de nuestros humoristas crean que están haciendo su papel en serio; como aquellos que creen que todavía el marxismo es una opción en el mundo y lo que les mueve es más la nostalgia que la convicción, el sofisma que la verdad, la distracción que lo estructural. Porque así como el violín sirve para ser de izquierdas y tocar como de derechas; así también decimos en Bolivia que otra cosa es con guitarra; aunque folcloristas metidos a alcaldes no sepan ni una ni otra cosa y estén haciendo el ridículo, como antes lo hicieron cuando ya no querían ponerse el poncho ni tocar charango. Como no contaron con el humor del pueblo, ni siquiera soñaron que los pondrían a demostrar si saben de la guitarra o servirían, una vez más, para la risa viéndolos salir en burro.
Si no fuera el humor de nuestros pueblos, hace tiempo que la tierra habría estallado en una gran conflagración social.
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